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Pueblo zoque aguarda víspera de fin de año con ritual de la fertilidad

El festejo tradicional congrega a fieles, que sobre un petate colocan velas y mazorcas mientras sirven pozol blanco, en donde piden por abundancia, salud y bienestar

Foto: Especial / En el pueblo de Zoque realizan el ritual de La Fertilidad y la ceremonia de "La Casita de la Siembra" por las vísperas de fin de año
11/12/2019 |19:50Óscar Gutiérrez / Corresponsal |
Redacción El Universal
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Tuxtla Gutiérrez, Chis.- Con el ritual de "La Fertilidad" y la ceremonia de "La Casita de la Siembra" , en las cuales se pide por abundancia, salud y bienestar, el pueblo zoque de Tuxtla Gutiérrez aguarda la víspera de la Navidad y el Año Nuevo.

El encuentro para el festejo tradicional, que mezcla raíces prehispánicas y devociones católicas, inició en la casa de José Enrique Hernández Escobar, coordinador pastoral de cultura del ejido Copoya de Tuxtla Gutiérrez.

El ritual de La Fertilidad congrega a fieles, que sobre un petate colocan velas y mazorcas que desgranan mientras sirven pozol blanco (bebida de maíz).

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En el ceremonial zoque, asisten los hombres vestidos de blanco con paliacates rojos al cuello, las mujeres lo hacen con blusas bordadas y rebozo amarrado en la cabeza. Ellas ofrecen frijol y frutas variadas como parte del tributo para obtener abundancia.

Los hombres construyen el armazón que llaman "La casita de la siembra" . Se trata de una choza de varas de madera con una pequeña puerta que cubren con hojas secas de plátano.

A mitad de la casa colocan una canoa con tierra. En la cabecera del recipiente ponen una pieza de la Santa Cruz. Ahi las mujeres "siembran maíz y verduras".

La "siembra" concluye cuando las mujeres participan en "la fertilización" con el agua que los hombres arrojan al techo y las paredes de "la casita".

"El agua arrojada con recipientes de plástico simboliza la fertilidad de la tierra y "sus frutos el sustento, la armonía y convivencia con los otros".

"La fertilidad" abarca por igual a hombres y mujeres. Ellos ingresan a la improvisada casa de palos y hojas a donde las mujeres les lanzan el agua "fecundadora".

La ceremonia finaliza cuando sirven tazas de chocolate caliente o copas de licores tradicionales para despejar el frío después de mojarse, o para atemperar los ánimos hacia la etapa final del año.

El sincretismo los une al ritmo de la música del tambor, el carrizo y la guitarra, que los remite a la práctica de bailes y danzas ancestrales. Los rezos y las peticiones de salud, bienestar y prosperidad familiar y comunitaria "para que a todos les vaya bien" son acompañados con el aroma del copal y la mirra que se expande en el ambiente.

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