Decenas de integrantes de colectivos ambientalistas, realizaron una protesta para exigir a las autoridades de los tres niveles de gobierno, frenar desde sus ámbitos de competencia, la depredación del área natural protegida del cañón de La Huasteca, en el Parque Nacional Cumbres, en el municipio de Santa Catarina, que provee alrededor del 38 por ciento del agua para el poniente y una parte del centro y sur del área metropolitana.

Ante el hallazgo de recientes desmontes y la edificación de grandes residencias y quintas campestres en La Huasteca, sin permisos para construcción ni licencias para cambio de uso de suelo, Juan Carlos Armadillo, integrante de Movimiento en Defensa de la Madre Tierra y la Vida, llamó a defender la reserva natural del Parque Nacional Cumbres, creado por decreto del presidente Lázaro Cárdenas en 1939, con una superficie de 246 mil 500 hectáreas, y redelimitado en 2000, a solamente 177 mil 395 hectáreas, por el avance de la mancha urbana.

Expuso el ambientalista que La Huasteca además de ofrecer servicios ambientales de limpiar el aire de la zona metropolitana, dota a los municipios de San Pedro, Santa Catarina, así como una parte del poniente, centro y sur de Monterrey, de aproximadamente el 38 por ciento del agua que consumen, gracias a la recarga de los mantos freáticos con una media de 57 millones de metros cúbicos anuales, que permiten la perforación de más de 40 pozos profundos en el denominado Campo Buenos Aires.

Mientras protestaban los aproximadamente medio centenar de activistas que rechazan nuevas construcciones y desmontes en la Huasteca, acudieron a confrontarlos unas 20 personas que dijeron ir en representación de varios ejidos, y reprocharon que pretendieran perjudicarlos, para que las autoridades los desalojen del área natural protegida donde, aseguraron, viven desde los años 30, por dotación presidencial.

Encabezados por una persona que se identificó como Pánfilo Rangel, el grupo de mujeres y hombres, que dijeron ser ejidatarios, acudieron ataviados con vestimentas vaqueras de mezclilla, botas y sombrero, montados en caballos finos y llegaron también en un auto deportivo.

Dijo Rangel que no están haciendo desmontes para hacer un desarrollo inmobiliario, sino para entregar un pedazo de tierras ejidales a sus hijos.

Al cuestionarle cómo pueden evitar que los ejidatarios vendan a fraccionadores, y luego se subdividan los predios del área natural protegida, provocando asentamientos de alta densidad habitacional, señalo Rangel, que el dueño puede hacer con su propiedad lo que quiera, ante lo cual los ambientalistas expusieron que en ninguna parte, menos en un área protegida el propietario puede hacer lo que quiera, sino lo que la ley o los reglamentos le permitan.

Acusó a los ecologistas de pretender cerrar La Huasteca, para que el gobierno saque a las familias de comunidades ejidales donde hay iglesias y escuelas, lo cual rechazó el grupo de ambientalistas, que, afirmaron, por el contrario, lo que buscan es que se respeten los derechos de los verdaderos ejidatarios, y que no se aprovechen de ellos los acaparadores de tierras que hace diez años pretendían desarrollar el fraccionamiento residencial Valle de Reyes, exclusivo para ricos, con un campo de golf incluido.

Pánfilo Rangel también criticó que numerosas practicantes del ciclismo deportivo acudan a La Huasteca, pues afirmó para eso está el Parque Fundidora en el centro de Monterrey. “No lo confundan. Ahí, si no tienen bicicleta, se las rentan”.

Una joven que lo acompañaba, señaló que los ciclistas invaden el camino asfaltado y no los dejan pasar en sus camionetas dentro del cañón de La Husteca, y por eso “ocurren muchos accidentes”.

MAOT

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