Ciudad Juárez.- Las barreras de la frontera y la militarización, que se mantienen desde hace meses entre las ciudades de Juárez, El y Las Cruces, Nuevo México, se derrumbaron durante la mañana de ayer para que cientos de personas se pudieran reunir y darse un abrazo a la mitad del Río Bravo.

Por décima ocasión, la Red Fronteriza por los Derechos Humanos, organizó el evento Abrazos No Muros, que permitió que familias de diversas partes de la frontera y de otros estados del país se reunieran.

“Viajamos 18 horas por un abrazo, que nos hará sentir de nuevo fiscalmente a nuestra hermana, que tenemos 23 años sin verla”, expresaba María Cruz Escobedo, quien ayer pudo reunirse con su familia que vive en El Paso Texas.

Ella, junto con su hermana Rafaela, viajaron en camión desde su natal San Francisco de los Romos, Aguascalientes, para llegar hasta el límite de la frontera entre Ciudad Juárez y El Paso Texas.

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“Mi hermana se enteró del evento y ella fue quien nos avisó e invitó para abrazarnos. De Aguascalientes salimos el viernes a las 6:30 am y llegamos a medio día a Juárez. Estamos muy contentas, ¿se imagina 23 años sin vernos? Es muy bonito esto, porque solo por llamadas nos comunicábamos, pero no habíamos podido abrazarnos”, añadieron las hermanas.

La hermana de Rafaela y María vive en El Paso, ella migró para seguir a su esposo, por lo cual tuvo que dejar a su familia que vive aún en el estado de Aguascalientes.

Ayer la emoción en sus rostros se lograba ver, ya que desde el lado mexicano levantaban sus brazos para hacerle señas a su hermana de que ya estaban listas para verse y darse un abrazo.

“Yo les agradezco mucho el que nos hayan permitido abrazarnos, 23 años sin vernos y aunque sean tres minutos y un abrazo nada más nos vamos felices de volvernos a ver y sentir. Un abrazo amoroso que vale la pena todo el esfuerzo”.

Al concluir el abrazo, las familias regresaban a su país, para después partir a casa. Foto: Paola Gamboa. EL UNIVERSAL
Al concluir el abrazo, las familias regresaban a su país, para después partir a casa. Foto: Paola Gamboa. EL UNIVERSAL

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Como ellas, unas 150 familias más lograron verse con sus seres queridos, a quienes tenían cinco, diez y hasta más de 20 años de no verse, por estar separados por las políticas migratorias de las fronteras.

Se trata de hermanos y hermanas, padres, hijos, abuelos, separados debido a que migraron a los Estados Unidos para tener una mejor calidad de vida.

Es un evento de humanidad y de protesta Abrazos No Muros es organizado por la Red Fronteriza por los Derechos Humanos (Border Network for Human Rights) quienes a diferencia de otras ocasiones, debieron cambiar de último momento la locación del evento debido a la extensión de la malla ciclónica y vigilancia que poco a poco va extendiendo la Guardia Nacional de Texas en el muro que divide la frontera entre ambas ciudades.

Ante ello, en esta ocasión la actividad se realizó en un punto más alejado de lo habitual, a la altura de la Casa de Adobe en Ciudad Juárez y en El Paso, Texas, a metros de la Universidad de Texas en El Paso (UTEP) y muy cerca de Sunland Park, Nuevo México.

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Fernando García, director de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos, dijo que en este 2023 el evento fue muy difícil de realizar, debido a la militarización de la frontera, por la crisis migrante que se vive actualmente en las ciudades de El Paso, Texas y Juárez.

“Hemos hecho diez veces este evento, pero nunca lo habíamos hecho en las condiciones en las que está la frontera actualmente. Nunca habíamos tenido una frontera tan militarizada como estamos ahora”, mencionó García a la mitad del Río Bravo.

En su participación recalcó que los gobiernos desconocen lo que están haciendo con las fronteras, donde están logrando separar familias y cambiando la vida fronteriza.

“El Paso y Juárez ya no son lo mismo. Esta comunidad hoy está más dividida que nunca. Este evento, que venimos haciendo desde el 2016, trae un poco de luz y esperanza. Es un evento de humanidad y amor, pero también de protesta ante toda esta política irracional, hay una guerra contra los migrantes, contra los refugiados y los fronterizos”.

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En el evento también estuvo presente el presidente municipal de Ciudad Juárez, Cruz Pérez Cuéllar, quien expresó que esta actividad es una forma de recordar que ambas ciudades son una sola comunidad y como tal es importante seguir trabajando de manera conjunta.

“Esta es una bella tradición de la frontera y creo que es una manera de recordarnos que somos una comunidad, que sí somos dos países y tres ciudades, pero somos una comunidad”, expuso el alcalde.

Después del acto protocolario, las familias fueron bajando a una pequeña tarima que se formó en la mitad del Río para darse el abrazo y después regresar a su ciudad.


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