Es una imagen histórica: cientos de personas de Centroamérica formadas ante las oficinas migratorias mientras esperan su turno para cruzar la frontera sur de México.
En ese mismo lugar, a mediados de octubre, más de 2.000 centroamericanos pretendieron salir de Guatemala sin documentos, pero fueron repelidos por la Policía Federal mexicana.
En los dos casos se trata de caravanas de migrantes, pero la diferencia entre ellos es notable.
El orden como se ha realizado el ingreso a México no es el único cambio. Ahora, por ejemplo, el gobierno de Honduras adoptó medidas para restringir la salida de personas.
Las autoridades mexicanas abrieron la frontera y el gobierno federal diseñó una estrategia para atender a quienes abandonan Centroamérica.
Sin embargo, para quienes participan en esta nueva caravana que pretende llegar a Estados Unidos, este nuevo panorama representa nuevos desafíos.
BBC Mundo te presenta cuatro retos y cambios que deben enfrentar estos migrantes para cumplir su meta de encontrar refugio fuera de sus países.
Una de las diferencias más notables es el inusual activismo del gobierno de Honduras que esta vez estableció filtros más severos para restringir la salida de migrantes.
Uno de ellos es la obligación de que los menores de edad cuenten con pasaporte y un permiso de viaje firmado ante un notario por sus dos padres.
A quienes no cuentan con esos documentos, se les impide abandonar el país. Tal condición, dicen organizaciones civiles, puede afectar a las madres y niños que huyen de violencia intrafamiliar.
Además, según el ministro de Seguridad de Honduras, Julián Pacheco, si algún padre pretende viajar con sus hijos sin cumplir con este requisito “va a ser requerido judicialmente” y podría ser sentenciado a tres años de prisión.
El gobierno del presidente Juan Orlando Hernández tampoco permite la salida de menores de edad no acompañados.
Al inicio de la caravana, en el punto fronterizo de Agua Caliente, las autoridades detectaron a 484 personas que no cumplieron los requisitos de identificación.
De ellos 323 eran menores de edad según datos de la gubernamental Comisión Permanente de Contingencias.
Todos fueron trasladados en autobuses hasta San Pedro Sula, desde donde partieron los migrantes.
Las restricciones para el viaje son nuevas. En 2015, por ejemplo, el gobierno de Honduras empezó la revisión de autobuses para restringir la salida de menores no acompañados.
Muchos decidieron cruzar a Guatemala fuera de las garitas migratorias.
Pero la condición de viajar con identificación, permiso notariado o pasaporte en el caso de los menores no se había aplicado.
Los migrantes portan sus documentos de identidad en la primera etapa de su viaje a Estados Unidos, pues les permite cruzar sin problemas el territorio centroamericano.
Pero al llegar a la frontera con México, muchos se deshacen de ellos, en parte para evitar ser ubicados por autoridades migratorias y también por seguridad en el caso de algún secuestro.
Esta vez el documento se volvió indispensable. A diferencia de las últimas décadas, ahora el gobierno mexicano permitirá el ingreso de todos los centroamericanos que cuenten con identificación de sus países.
Además, deberán registrarse ante las autoridades, según la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.
Para entrar a México los integrantes de la caravana deberán presentar una solicitud escrita con sus datos personales, así como el motivo por el que desean ingresar al país.
Además deberán proporcionar todos los datos que requieran las autoridades, incluso biométricos como huellas dactilares y fotografía del rostro.
Estos requisitos migratorios siempre han existido en México, pero muy pocos migrantes de Honduras, El Salvador y Guatemala los cumplen.
La mayoría de ellos ingresan al país de forma irregular, entre otras razones porque necesitan visa. Y según activistas, obtener este documento es muy difícil para las personas de esos países.
A los integrantes de esta nueva caravana no se les pide este requisito. Pero deben cumplir con los demás.
Es el primer paso para ordenar la migración, dice Sánchez Cordero, pero también es una medida de seguridad.
“El caso más emblemático de la falta de control, de regulación y de un registro de migrantes fue el de las fosas de San Fernando”, dijo en una reunión con embajadores mexicanos.
La secretaria se refería a 47 fosas clandestinas localizadas en 2011 en Tamaulipas, en el noreste de México, donde se encontraron 193 cuerpos.
El gobierno del entonces presidente Felipe Calderón dijo que muchos eran centroamericanos. Oficialmente el autor de la masacre fue el cartel de Los Zetas.
Uno de los cambios notables es la recepción a la caravana. En octubre pasado, cuando llegó la primera caravana, las autoridades desplegaron a cientos de policías en la frontera sur.
Fue casi la única presencia del gobierno federal en esos primeros días, a pesar de que el expresidente Enrique Peña Nieto ofreció refugio a los migrantes que se quedaran en la frontera.
Pero la Comisión Mexicana de Atención a Refugiados (Comar), responsable de atender el trámite, aumentó su presencia en la zona cuando llegó la segunda caravana, semanas después.
Ahora se instaló un albergue en Tapachula, Chiapas, por donde ingresa la caravana desde Tecún Umán, Guatemala.
Quienes ingresan de forma regular se les entrega un permiso de estancia por un año, lo que les permite permanecer en el país durante ese lapso sin riesgo a ser deportados.
El documento les permite trabajar y contar con acceso a servicios médicos y de educación.
Inclusive el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que los migrantes centroamericanos pueden emplearse en la construcción del Tren Maya, entre Chiapas y Quintana Roo.
También en un ambicioso programa de reforestación para plantar millones de árboles en los estados del sureste.
Pero el mayor reto a esta nueva caravana, como lo fue para las anteriores, se llama Donald Trump y su endurecida política migratoria.
El presidente de Estados Unidos emitió un decreto para prohibir el asilo a quienes ingresen de manera irregular a su país.
La propuesta fue rechazada por la Corte Suprema estadounidense. Sin embargo, el proceso se refugio es ahora más lento.
Según activistas el gobierno estadounidense redujo el número de personas que, diariamente, pueden presentar su solicitud de asilo en las garitas fronterizas.
La decisión afecta sobre todo a los hondureños que llegaron a Tijuana, Baja California, en las primeras caravanas.
Son unos 3.000 que se dispersaron en la ciudad mientras esperan su turno para pedir refugio.
Es un trámite que, sólo para la primera entrevista, puede demorar más de 12 semanas dicen organizaciones como la Comisión de Mujeres Refugiadas.
Es el desafío que espera a los migrantes de la nueva caravana que decidan seguir hasta la frontera con Estados Unidos.
Y en eso, coinciden especialistas, difícilmente habría cambios.
Ahora puedes recibir notificaciones de BBC News Mundo. Descarga nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.
¿Ya conoces nuestro canal de YouTube? ¡Suscríbete!
https://www.youtube.com/watch?v=nEPT5vqGDic