Veracruz, Ver.- El asombro invadió a Caridad Tronco López -partera respetada en su comunidad-, cuando conoció los resultados de una investigación de campo que puso al descubierto una alta contaminación de las fuentes de agua y, por ende, graves riesgos y efectos a la salud en tres comunidades costeras de Veracruz.
“La reacción fue de sorpresa. Me sorprendió porque decíamos: cómo es posible si se supone que estamos lejos de contaminación”, relata la mujer, quien nació, creció y crió a tres hijos en la comunidad de El Piñonal, una región de amplios humedales en el municipio de Jamapa.
La creencia generalizada de tener un ambiente sano y libre de contaminantes en zonas rurales, se vino abajo cuando los habitantes de las tres poblaciones enfrentaron los resultados de la investigación “Medidas integrales de adaptación al cambio climático para la seguridad alimentaria en la costa central del Golfo de México”, impulsada por el especialista del Instituto Tecnológico de Veracruz, Luis Alberto Peralta.
Un grupo multidisciplinario -compuesto de diez representantes de las comunidades, 18 investigadores e investigadoras, 13 estudiantes de licenciatura, maestría y doctorado y dos invitados especiales-, pusieron a prueba la calidad de vida de los habitantes de La Mancha, una población del municipio de Actopan; de pobladores de El Piñonal en Jamapa, y de lugareños de la comunidad pesquera de Las Barrancas en el municipio de Alvarado.
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La investigación, que suma casi tres años, incluyó cuatro vertientes: agua, salud, seguridad alimentaria e hídrica y cambio climático con campañas de monitoreo en temporadas de lluvias y secas para entender el origen y composición del agua, análisis médicos de los habitantes e identificación de hábitos de consumos de alimentos.
Los resultados demostraron que el vital líquido de las comunidades excedía límites de sodio, residuos de posibles fertilizantes químicos, una alta dureza (mayores minerales) y presentaban altas concentraciones de coliformes termotolerantes en aguas para consumo y uso como agua embotellada, superficiales, así como la presencia de microplásticos en fuentes de agua subterránea.
“Lo que se esperaba era todo lo contrario y es frustrante y decepcionante que las comunidades no tengan acceso al derecho humano del agua potable, son emociones encontradas”, afirma el investigador.
La mala calidad del agua derivó en otros problemas, como un alto consumo de refrescos, determinó el estudio efectuado por el Tecnológico Nacional de México/Instituto Tecnológico de Veracruz, con el apoyo del Instituto de Ecología A.C, el Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica A.C, la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad de Guadalajara y la Universidad Autónoma del Estado de México.
Estar rodeados de manglares, lagunas, ríos, humedales herbáceos y bosque tropical no logró garantizarles una buena calidad de vida. Se encontraron un total de 33 posibles microplásticos en las muestras de agua subterránea en las tres localidades, los cuales pueden provenir de la degradación de productos plásticos y la abrasión de materiales sintéticos, lo que planteó interrogantes sobre la contaminación en pozos de la región.
Las sensaciones poco agradables al tomar agua se registraron, con mayor intensidad, en El Piñonal, donde se percibieron sabores a salado, astringente, carbonatada y efervescencia; en el resto las muestras presentaron olor a humo.
En temas de salud, las cifras son escalofriantes: más del 50 por ciento sufren alteraciones relacionadas con el síndrome metabólico como obesidad, dislipidemia, enfermedades cardiovasculares y diabetes mellitus tipo II, ésta última presente en las infancias.
Conocer los resultados, afirma Nancy Ochoa Tello, la cuarta generación de pescadores en la población de Las Barrancas en el municipio de Alvarado y representante de una cooperativa de hombres y mujeres del mar, significó un cambio radical en la forma de ver su vida diaria, su alimentación y sus fuentes de agua.
“Vino a hacer un cambio para que pudiéramos entender y ver la situación y sobre todo buscar una alternativa o estrategias para ver qué se puede hacer, como podemos resolver esta problemática”, afirma la mujer de 38 años.
El trabajo no se quedó solo en el papel. Después de los resultados, se ofrecieron guías nutricionales que retomaron las opciones de alimentos producidos localmente; se ayudó a conocer y comprender las condiciones ambientales asociadas al cambio climático, como sequias prolongadas, precipitaciones puntuales torrenciales y se fomentó el análisis de aquellas prácticas de extracción y aprovechamiento de agua en los hogares.
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Reducidos montículos de arena se desplazan de un lugar a otro al compás del viento salado que llega de las aguas del Golfo. La diminuta arenilla navega por las corrientes de aire y asedia todo a su paso: plantas, calles, viviendas y personas.
Asemejan a pequeñas dunas y son comidos poco a poco por la erosión de las playas de Las Barrancas, poblado que perdió entre 100 y 120 metros de su tierra en los últimos 20 años. Las verdes palmeras y los frondosos palos de mango siguen sin lograr detener la erosión que asedia a la comunidad.
Es la población que se localiza más cercana al mar. Su ubicación la hace receptora de aguas con mayor evolución y a su vez, su cercanía y los procesos de pérdida de playa, la han colocado en una posición más vulnerable por la intrusión marina.
Las portentosas barrancas que circundan a la localidad, bautizada precisamente en honor a la escultura natural, representa un caso especial: además de agua y peces contaminados, los análisis encontraron que los lugareños presentaban bajos niveles de omega, el cual reduce triglicéridos y el riesgo de arritmias cardiacas.
“Se hicieron análisis de omega en glóbulos y son muy bajos, hay una deficiencia, pero lo más impactante es que una comunidad pesquera no come pescado, lo vende para comprar comida chatarra o carne de res o pollos”, explicó el investigador.
En esta región, de importantes lagunas, manglares y ríos que desembocan en aguas del Golfo de México, se detectaron problemas de generación de residuos y falta de acciones para su manejo adecuado y una pérdida de playa por obras de infraestructura marítima.
Los efectos del cambio climático afectan condiciones de pesca, actividad que ahora se tiene que realizar a mayor distancia y por consiguiente mayor tiempo con apenas algunos productos para consumo.
Para Nancy Ochoa, quien también es líder de un grupo de mujeres emprendedoras, la falta de omega entre los habitantes es consecuencia también de la pobreza, pues el producto de la pesca va exclusivamente para la venta.
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“Tenemos grados de obesidad, diabetes, presión arterial alta y muy bajos niveles en omega y eso sí fue una parte que nos preocupó, porque siendo una comunidad costera donde el pescado es parte de nuestra alimentación no obtuviéramos lo esperado y creo que la necesidad obliga a vender el producto en lugar de consumirlo y compremos otro tipo de alimentos”, expone.
Un muestreo de peces recolectados en las inmediaciones de la costa arrojó un total de 41 posibles microplásticos provenientes del sistema gastrointestinal de los pescados.
Y solo el 10 por ciento de las muestras de calidad de agua se consideraron “aceptables”, el resto va de “levemente contaminada” (50%), “contaminada” el 30% de las muestras y “Fuertemente contaminada” el 10%. Todas las muestras fueron positivas para coliformes totales y en 99 puntos porcentuales para coliformes fecales.
“Desafortunadamente los resultados no fueron los esperados. Por la zona en que nos encontramos, esperábamos que la población presentara una buena calidad de salud y no fue así (…) antes de estos proyectos que se realizaron no sabíamos, había un desconocimiento total de la situación en que el agua se encontraba”, recuerda la activista comunitaria.
Sin agua potable, el servicio del líquido es a través de pozos o norias poco profundos cercanos a las letrinas o fosas sépticas presentes en las casas, humedales y manglares, ambos contaminados. La erosión costera, relata, hace que parte del agua sea salada u despida un olor parecido al azufre y no sirva para consumo de riego y ni si quiera para bañarse porque provoca problemas en la piel.
Los encuentros con los especialistas y los talleres que recibieron los pobladores, fueron el motivo para emprender acciones. De entrada, aunque adquieran agua embotellada, es clorada o hervida y modificar las conductas alimenticias, de inicio comer más pescado. Una solución a largo plazo será demandar a las autoridades la introducción de agua potable.
“Fue algo muy benéfico para la comunidad por lo menos saber en qué condiciones se encuentra el agua y buscar estrategias y alternativas”, reconoce la pescadora.
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A orilla de carretera, en lo más alto del montículo, se alcanza a ver, literal, un paraíso natural en medio de verdes montañas y un mar que golpea una playa blancuzca, casi virgen.
Una calmada y viva laguna, con aguas en constante movimiento, forma parte del corazón de esta especie de escollera natural, convertida en un paraíso de los amantes del ecoturismo.
Una intensa vegetación bordea el lugar, un sitio que se ha convertido en un escaparate para los amantes de las aves, por sus cielos ocurre, año tras año, la migración más importante de América del Norte, con más de 700 especies surcando los vientos.
Considerada como la joya del ecoturismo en la zona costera central, gracias a la Laguna de La Mancha y sus playas, La Mancha es visita obligada de cientos de visitantes en busca de un lugar alejado de la vorágine de las ciudades y de platillos del mar.
Aquí, la comunidad enfrenta diferencias entre los locales y prestadores de servicios que provienen de otras regiones y que no participan de las acciones locales para el buen desarrollo de la comunidad.
Hay falta de instalaciones educativas adecuadas, limitaciones para prosperar, problemas de riesgo y transformación del paisaje debido al extractivismo, la explotación del entorno para la obtención de material para construcción y minerales, así como en la especulación inmobiliaria.
Por si no fuera suficiente, se encontró que la calidad del agua ha sido mermada. El 77 por ciento de las muestras determinaron que estaba “fuertemente contaminada”, un once por ciento “contaminada” y un 11 restante “levemente contaminada”.
Todas las muestras fueron positivas para coliformes termotolerantes y en el 99 positivas para coliformes fecales, lo que indicó procesos de autocontaminación por falta de sistemas de saneamiento seguros y funcionales.
Una tercera parte se encuentran excediendo los límites de sodio, además el agua de la localidad es medianamente dura y dura, que la hace no apta para el consumo humano.
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Los bosques de apompos, ese soporte de la gran diversidad biológica, abarca grandes extensiones de una tierra llamada Jamapa, que en la lengua nativa significa “En el río de los adobes”.
Miles de plantas, aves, mamíferos y crustáceos viven en esta tierra bañada por las aguas del Río Jamapa que nace en las laderas del poderoso Pico de Orizaba, la montaña más alta de México.
En medio de estos “bosques”, El Piñonal conserva sus tradiciones, costumbres y estilos de vida de un pueblo con ascendencia africana. Sus características son únicas, como su estupendo manejo de la medicina tradicional y la herbolaria
Sin embargo, cuenta con infraestructura de comunicación limitada, se encontró quema de residuos al aire libre, falta de escuelas para nivel medio, falta de conservación de espacios naturales, del río y la laguna.
En esta localidad, el 100 por ciento de las muestras de la calidad de agua se clasificaron como “levemente contaminada” y la totalidad fueron positivas en coliformes termotolerantes y en 99 por ciento positivas para coliformes fecales.
Se encontraron anomalías en nitratos cuyo incremento puede atribuirse al uso de fertilizante (comunidad con actividad agrícola), así como a la falta de saneamiento seguro y funcional, lo que también se ve reflejado con la presencia de coliformes en todas las muestras dentro de la comunidad.
La llegada de los talleres para difundir los resultados y modificar conductas de la vida diaria, han permitido a la comunidad tener una mayor conciencia de su entorno y de su salud.
“Nos han enseñado la alimentación que nosotros consumimos, nos han dicho que la alimentación que comemos, por ejemplo tortillas de harina, están hechos de maíz transgénico y que eso nos causa un problema a nuestra salud”, afirma la partera Caridad Tronco.
Una semilla se sembró en las tres comunidades. De manera individual, ahora buscan sembrar huertos familiares, se alejan de la comida procesada, buscan consumir lo local, entre ellos el pescado, y, sobre todo, toman medidas para limpiar el agua de sus comunidades.
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