“A veces me da temor pero luego digo: que pase lo que tenga que pasar”, dice Yahir respecto del regreso a escena de Hoy no me puedo levantar, donde participa, a partir de agosto.
“Seguimos aquí haciendo planes y diciendo que sí y que no, y hay empresas que no han parado y siguen trabajando, que tienen que ver con el espectáculo y es muy fuerte, porque tenemos que cuidarnos, quedarnos en casa; espero que para las fechas programadas todo esté mejor, pero ya tenemos que movernos y salir a trabajar, cuando pise el escenario habrán pasado cinco meses desde que estuvimos”, refiere.
Monterrey será la primera ciudad donde se presente la puesta musical y, en septiembre, si las condiciones sanitarias lo permiten, se montaría en la Ciudad de México.
Cuando los teatros cerraron la cortina por el Covid-19, Yahir llevaba apenas mes y medio en la obra basada en canciones de Mecano, luego de tres meses de preparación.
En la puesta interpreta a Mario, joven que desea triunfar en el canto.
“(La contingencia) es algo que le ha pegado muy duro a todo mundo, nosotros tenemos aquí algunos temores de cómo vamos a regresar porque siento que nosotros vamos a tardar un poco más con los conciertos, el teatro, en total vamos estar cinco meses parados y seis para empezar a ver cómo reacciona todo con la nueva normalidad”.
Yahir señala que ha estado este tiempo en casa tratando de cansarse en el día, tomando clases de canto, repasando la obra, dándole a la guitarra, componiendo con amigos, jugando con su baby, cocinando, lavando trastes o el carro.
De acuerdo con las autoridades sanitarias federales, los teatros podrían abrir con semáforo naranja, con un máximo de 25% de aforo, cifra que se iría incrementando conforme se pasara a otras fases.
Económicamente ha podido respaldarse con ahorros y cosas que le han pedido algunas empresas “y a que tengo una buen administradora, que me frena, si no ya no tendría nada,”, dice de buen humor.
En este tiempo también escribe canciones, una de ellas una salsa, ha convivido más con la familia, incluida su mamá, a quien apenas podía saludar por la dinámica laboral.
“Todo el tiempo intento pensar en positivo, fue una de las enseñanzas que me dio mi padre, lo trato y en este momento, más”, indica.
“¡Ay cabrón!, ¡18 años!, ¡cuánto tiempo!”, dice Yahir al oír la fecha 30 de junio de 2002.
Ese domingo su nombre se hizo mediático al presentarse lo que sería la primera generación de La academia, reality musical, donde llegó a la final en el Auditorio Nacional.
“Había un nervio tremendo porque era la primera vez que pasaba La Academia y si no había referencias para saber cómo era, de repente pensar que vas a entrar a una pachanga, a un echar desmadre y te encuentras con que todos los maestros y en la producción son súper estrictos, empieza todo y te sientes inseguro porque en los bares no había quien te dijera algo, si lo hacías mal o no, y ahí sí”, recuerda.
“El más rudo fue siempre Héctor Martínez, desde el casting sentía que siempre me pegó duro, pero me enseñó mucho y lo amo con todo mi corazón”, precisa.