Venecia.— Woody Allen no puede ocultar el peso de los años y las controversias, cumplió 88 y tiene una serie de acusaciones de abuso sexual hechas por su hija, y esas polémicas dirigieron la brújula de sus filmaciones a Europa.
El cineasta sabe, porque él mismo lo dice en la rueda de prensa, que quizá su película "Coup de chance" (golpe de suerte), rodada en París y en francés, sea la última.
Eso no evita que el cineasta tenga la claridad mental para bromear de vez en cuando y responder con ingenio a las preguntas de los periodistas que lo reciben en una sala cálida y con muchos aplausos al principio de la proyección en el Lido, al igual que en los créditos finales y en el encuentro posterior, dejando muy claro que en Italia no importan los escándalos que han cancelado al director neoyorquino en su propio país.
Aquí, un grupo de 20 mujeres se apostó en el festival para gritar contra Allen: “las chicas no tienen voz, hay que quitarle el foco a los violadores”. Luego se disolvió.
Esta es la primera aparición de Allen en un festival internacional desde que acudió a Cannes con Café society en 2016. Poco después dejó las apariciones públicas al reavivarse las acusaciones de abuso sexual de su hija adoptiva Dylan Farrow —a quien adoptó cuando tuvo una relación con la actriz Mia Farrow— que siempre ha negado y que en Italia parecen no haber opacado ni el amor ni la credibilidad del director como en su natal EU, en el que no ha vuelto a obtener financiación para sus películas.
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Sin embargo, como él afirma, sigue teniendo ideas de historias para filmar en Nueva York, su set favorito, pero para hacerlas necesita “que un tipo salga de las sombras y me diga que financiará mi película en Nueva York, obedecerá todas mis terribles restricciones, leerá el guión sin objeciones, me dará el dinero y luego se irá. Entonces sí que haría la película”, bromea Woody.
El director no había regresado a Venecia desde 2007 cuando presentó una de sus cintas más oscuras, Cassandra’s dream, protagonizada por Colin Farrell y Ewan McGregor. El festival ya le había profesado su amor cuando le dio el León de Oro a la Carrera en 1995 pero no acudió a recibirlo, era la época en la que, por otras razones, Allen odiaba las apariciones públicas.
Se deja abrazar por Francia
A estas alturas, el cineasta recordado por cintas como Medianoche en París, Vicky Cristina Barcelona y Manhattan ya tiene filmes en Inglaterra, Francia, Italia y España pero lo que nunca había hecho era rodar en otro idioma que no fuera el inglés.
Por eso Coup de chance marca otro hito en su filmografía.
De la complejidad de haber hecho una película en donde sus protagonistas dicen un texto que él no puede entender, comenta:
“Si ves una película japonesa, puedes darte cuenta si la actuación es buena, realista y natural, o si es dramática y tonta, o demasiado exagerada. Lo mismo aquí, me di cuenta por el lenguaje corporal y la emoción de los actores sin entender el lenguaje, cuando estaban siendo realistas y no lo eran”, explica respecto al trabajo de sus protagonistas, las actrices francesas Lou de Laâge y Valerie Lemercier, que también lo acompañaron.
Coup de chance se centra en un matrimonio que parece perfecto, pero en el que el marido (Jean), un hombre rico sin escrúpulos y con un trabajo sospechoso, está obsesionado con su mujer (Fanny). Todo se complica cuando, por casualidad, un viejo compañero del colegio de Fanny se reencuentra con ella y comienzan un affair.
Es un filme al estilo de Match point pero iluminado por el ingenioso sentido del humor que encumbró al director. Siguiendo con la idea de la cinta en la que se habla del papel que juega la suerte en la vida de las personas, Woody dice:
“He sido muy afortunado. He tenido suerte toda mi vida. Tuve dos padres amorosos y buenos amigos. Tengo una mujer y un matrimonio maravilloso, dos hijos. Cuando empecé a hacer películas todas las personas eligieron enfatizar lo que podía hacer bien. Fueron muy generosas. No me puedo quejar”.
Algo que también ha cambiado con la experiencia y los años en la filmografía del realizador es la aproximación hacia los personajes masculinos.
“Hace 20 o 30 años interpretaba los papeles que escribía, así que escribía para mí, pero siempre pude escribir papeles mejores y más interesantes para mujeres. No sé por qué, tal vez porque los escritores y cineastas que más me influyeron fueron Ingmar Bergman y Tennessee Williams, y estos autores escribieron para mujeres”, explica.
El tema de la muerte, presente también en esta historia, es uno que Allen no esquiva.
“No hay nada que puedas hacer respecto a ello. Es un mal negocio y estás atrapado en él. Al final de esta película, dejamos en la pantalla el subtítulo, ‘no pienses en ello demasiado’. Eso es todo lo que realmente puedes hacer: no pensar mucho en eso porque realmente no hay una salida.
“No hay escape a través de la ciencia, la filosofía, ni la comedia. Es un mal trato. Sólo tienes que distraerte y no pensar en ella”.