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A lo largo de la historia se han conocido mujeres que, por su fuerza y convicción de lograr un mundo más justo, fueron consideradas un peligro para el orden social establecido: Juana de Arco, Elizabeth I, Hipatia de Alejandría, por mencionar algunas, pero en la actualidad los ejemplos son más cercanos y tangibles a nuestra realidad, como las madres que salen en busca de sus hijos desaparecidos, las activistas o aquellas que rompen esquemas, es ahí donde pone énfasis la puesta en escena “No todas viven en Salem”.
“Esta obra es una representación de lo que vivimos actualmente como mujeres a nivel mundial, es decir, cómo el feminismo, las historias familiares siguen impregnando la forma en que las personas nos miran; esta obra significa para mí alianza, un recordatorio de que todas somos hermanas y lo importante es que sigamos con la empatía y la unión para ser más fuertes”, expresó Rebeca Roa, actriz de esta puesta en escena que inicia temporada el 19 de agosto, en el foro La Gruta del Centro Cultural Helénico.
LA CAZA DE BRUJAS NO HA TERMINADO
Rebeca junto a Elvira Cervantes, Karina Miranda, Daniela Rodríguez y Reneé Sabina dan vida a tres mujeres de distintas épocas, que fueron consideradas brujas, debido a sus acciones y principios.
Alice es una niña de finales del siglo XV en Europa, y sus conocimientos de herbolaria la pusieron en el escrutinio público; Tituba es una esclava y la primer acusada en los juicios de Salem en 1629, y Katherine es una escritora que forma parte del movimiento feminista de 1968.
Un punto que Rebeca quiso resaltar, es que, a través de este texto, escrito por Jimena Eme Vázquez, se hace una reflexión y una reinterpretación de lo que fueron los juicios en Salem, en el sentido de que la gente puede ver este hecho histórico como algo lejano, tanto en el tiempo, como geográfica e ideológicamente, pero la realidad es que los homicidios contra las mujeres son más cercanos que nunca en este país.
“Uno de los temas de esta obra es que la caza de brujas, en sentido literal no ha terminado, que no todas fueron exterminadas y no todas vivieron en Salem, estamos aquí y somos todas nosotras. Esta parte histórica tiene una evidente relación con el feminismo, también hablamos sobre cuál era la posición de hombres ante esta situación, por eso cuando lo traemos al presente vemos cuántas mujeres son asesinadas cada día y la presencia de los hombres en esto no sólo tiene que ver con el que mata, también con el que presencia y permite todo”.
FUERZA Y VALENTÍA
Rebeca considera que, si hay algo que tienen en común las tres protagonistas, es la fuerza y la valentía con que enfrentan su realidad, y cómo manejan el miedo para salir adelante, una situación de la cual nadie está exento en la actualidad, considera la actriz.
“Alice, siendo una niña pequeña, logra ir más allá de lo que la gente decide; Katherine tiene la fuerza y la valentía de seguir sus sueños, a pesar de las críticas y de lo que esperan los demás que sea; Tituba tiene una situación mucho más complicada porque es una bruja esclava, pero se vuelve más fuerte y logra su libertad a pesar de haber sido reprimida”.
Para contar estas tres historias, las actrices en escena se apoyan en diversas técnicas, como el teatro de sombras, títeres, teatro de objetos, proyecciones, etcétera.
“El discurso no siempre llega con palabras, con una frase o con la imagen de una persona, hay cosas que son más sensoriales, a veces es un color, la sombra de un árbol o de una hoguera, todo esto lo usamos para reforzar el mensaje y también para complementar el juego escénico, para nosotras es fascinante agotar las posibilidades visuales que puede tener una historia teatral”.
SIN GÉNERO
Una de las cosas que se busca hacer con “No todas viven en Salem” es que el público que asista a verla no sea dividido por el género, según explicó Rebeca Roa, porque quieren que los hombres se sientan como aliados, así de esta manera se comienza a generar empatía hacia lo que se plantea en escena.
“Pero ambos, hombres y mujeres, pueden llevarse tres poderes, uno es la fuerza para accionar, cambiar esas acciones que nos están condenando; el otro es la rabia, pero entendida como un agente de movimiento, que nos hace tomar decisiones fuertes y no flaquear; y el tercer poder es la sororidad, aquí quizás los hombres se sientan un poco ajenos, pero la empatía es más importante en este momento que la crítica; para ellas la conciencia y la certeza de que somos hermanas, para que no nos sintamos solas o que tenemos una lucha individual, sino que somos un equipo, en el día a día podemos encontrar a las hermanas”.
Aunque podría sonar como una historia muy cruda, Rebeca asegura que es una obra que pueden disfrutar personas de 11 años en adelante; señaló que a veces se piensa de manera errónea que la gente de corta edad no ha vivido cosas fuertes en su vida, pero ahí está el ejemplo del personaje de Alice, quien tiene una vida familiar durísima, algo que pasa mucho en México.
LOS PODERES MÁGICOS DEL TEATRO
Rebeca explicó que, a partir del trabajo con este texto, pudo comprender que aquello que siempre se ha temido de la mujer y ha sido causa de opresión es la fuerza e intuición del ser femenino y puede llegar a arrasar, porque hay una especie de sabiduría ancestral que pasa de una mujer a otra.
“Se han encargado de ocuparnos en otras cosas para no seguir nuestra magia, pero espero que con esta historia a las espectadoras les quede claro esto y se atrevan a usar su poder en su vida diaria”.
Una de las cosas que ha sucedido dentro de la compañía Caracola Producciones, donde la mayoría son mujeres, es que han reivindicado el concepto de bruja y se identifican con él, asegurando que todas tienen un poder mágico.
“Yo les preguntaría, ¿cuál es su poder como bruja dentro de este mundo moderno? ¿Cuál es la magia que se produce cuando nos reunimos en el teatro? Nosotras definitivamente somos brujas, interpretando brujas, producto de la imaginación de otra bruja”.
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