Carlos López Estrada comparte que conserva un cajón lleno de videos que grabó entre los seis y 14 años de edad, con una cámara digital que le prestaba la productora Carla Estrada y donde se ven las cosas que hacía ejecutar a su familia.
Aquel pequeño, quien este domingo buscará el Oscar por la cinta animada Raya y el último dragón, prácticamente creció entre foros y entonces emulaba lo que hacía su madre, una de las principales creativas de Televisa con sus telenovelas Alborada y El privilegio de amar.
“La acompañaba a su trabajo, a foros, locaciones; poco a poco le agarré curiosidad a su trabajo, me enamoré y empecé a copiar lo que hacía ella: nos íbamos de viaje con una camarita y a grabar a mi familia, después inventaba mis historias, luego mis amigos de escuela me acompañaban y esos fueron mis primeros pasos en esto”, recuerda el realizador de 33 años.
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“Antes de entender cómo funcionaba el cine, de cómo capitalizar una idea, me gustaba cómo me sentía al estar en una filmación, cómo funcionaban las cámaras y la imagen que existe atrás de ellas, fue la forma en que me enamoré de esto”.
¿Tiene alguna cábala al arrancar un proyecto nuevo? Sí. Era comprarse unos zapatos nuevos y usarlos diariamente durante el rodaje.
“Ahora no me funcionó tanto porque en animación son años de trabajo (risas) y no es tan físico como el filmar algo del mundo real”, señala.
López Estrada es el primer mexicano que opta en la categoría de animación y confiesa que aún no entiende del todo lo que pasa.
Es cierto que de niño, agrega, era fan de las cintas de Disney, pero de pronto, hace tres años, poco antes de la pandemia y con sólo una película en su filmografía (Punto ciego), pero muchos videoclips musicales independientes y cortos, ya tenía los controles de una cinta que extraoficialmente costó 100 millones de dólares.
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De promesa a realidad
En 2018 la revista Variety, una de las más influyentes en el mundo del cine, lo puso en la lista de los 10 directores a seguir en el futuro por su ópera prima. Al año siguiente, por la misma producción, fue nominado por la Director’s Guild of America.
Capital Cities: Kangoroo Court, un cortometraje de acción viva donde los animales tenían cuerpos humanos, había participado antes en festivales como el de Guanajuato. Antes había codirigido grupos como Clipping.
¿Ha pensado si el apellido Estrada le daría ventajas o pesaría en el medio audiovisual?
Carlos no lo sabe, pero sí sabe que, de haberse quedado en México, su vida sería distinta.
Introvertido y sin saber bien inglés, él y su mamá vivieron un tiempo en Miami, ahí fue donde Carlos comenzó un acercamiento con la pintura, el teatro y la foto, lo que decidió enfocarlo en el cine, pues ahi tendría todo eso.
Después decidió emprender una carrera independiente en Estados Unidos, y eso fue crucial para su desarrollo.