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Nueva York.— Thomas Sullivan Magnum era todo un macho, en el mejor sentido de la palabra: un investigador privado en Hawai, con ese sensual bigote ochentero y camisas floreadas, que hacía suspirar mientras resolvía casos en su flamante Ferrari 308 GTS.

Tom Selleck, el hombre que le dio vida en la CBS de 1980 a 1988, conserva algo de eso.

Se le ve grande, fuerte y algo seductor con su gran bigote, que no se ha ido. Ya no tiene 35 años, sino 73. Por eso se sabe viejo lobo de mar: habla de éxitos y fracasos.

Cuenta que hizo seis o siete pilotos antes de Magnum (“El secreto es encontrar un personaje escondido en ti, desde una parte diferente de ti”, dice), lo hace frente a medios internacionales, incluido EL UNIVERSAL, en una charla en la que pretende girar en torno a la nueva temporada de Blue bloods, serie en México puede verse en Amazon Prime Video.

Pero no es fácil hablar con él sin remitirse a Magnum. Es más, el actor saca el tema en todo momento, empezando por la nueva versión de la serie, un remake que se estrenó en septiembre pasado en Estados Unidos. Su lugar lo toma un hombre de origen latino, Jay Hernandez, hijo de un mecánico de raíces mexicanas, es una versión con críticas tibias a la que ni fue invitado.

“Estoy muy orgulloso todavía de lo que hicimos en 1980”, dice Selleck. “Y ahora está esta nueva versión, no estoy en ella, ni esperaba estarlo, pero espero que les vaya bien”.

“Este es un show diferente, no lo he visto. Ojalá y todos lo hagan bien porque no es fácil tener un éxito en este negocio. Es muy común fallar”, advierte.

Las primeras cinco semanas del nuevo Magnum P.I., los han bajado de 8 millones a 5 millones.

No son cifras malas, pero hay otras series que se mantienen en la cima.

“La pregunta es si esto (de no invitarlo y retomar la historia que él encumbró) me ofendió: No. Uno elige tomar esto mal o no”, se sincera mientras toma un café sentado una salón de conferencias de un hotel a unos pasos del Times Square, en Nueva York

Afuera hace frío, adentró Tom recuerda la acalorada vida que tuvo cuando trabajó por ocho años en el viejo Magnum.

Acá lleva nueve temporadas de Blue bloods, en donde Interpreta a Francis Frank Reagan, director de la policía de Nueva York y padre de cuatro.

“Me ofrecían un montón de papeles francamente, pero no me gustaban, sólo se centraban en lo policiaco. No menosprecio el género pero no es lo que quería. Luego me pidieron esto, que es inusual: leí el guión y hablaba también de una cena familiar. Me encantó”, cuenta.

El personaje le vino bien porque se dio cuenta de que había que hacer algo diferente. Que el tiempo pasa y la opción era entender la nueva etapa de su vida sin dejar de lado su esencia.

Claro, el bigote y la actitud siguen ahí.

“Era joven y todo pasa rápido. Es algo triste eso en este negocio. Tú trabajas y supongo que has tenido éxito, pero no hay mucho tiempo para entenderlo”.

El viejo Selleck no lo es tanto, sólo si se le mira y escucha de más. Como cuando empieza a hablar de sus cuatro años de español en la adolescencia que nunca concretó en una plática fluida, o cuando recuerda sus andanzas con cierto humor hosco. Anécdotas como las de un afectuoso (aunque rígido) abuelo.

“El día después de que gané un Emmy para Magnum fui a trabajar. Recuerdo que encendí el auto y pensaba: ‘Esto es bueno para mi carrera, pero hay que seguir, ir a trabajar’. Realmente no reflexionas siempre todo esto, y tal vez sea mejor que no lo hagas”.

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