Enrique Guzmán llega elegante, vestido de negro y con una advertencia: “No hablo de temas familiares”. Se le ve contento. Entusiasmado observa el escenario; está listo para cantar.
“No me he puesto ni a checar la voz”, reconoce. Es la primera vez que, tras el inicio de la pandemia, vuelve a entonar “Agujetas de color de rosa” con algunos espectadores; está ensayando para su primer concierto con público el próximo 4 de diciembre en La Maraka, acompañado de Los Rebeldes del Rock.
“Estamos todos en la misma intranquilidad que puede haber, no sé qué va a pasar porque hice lo de Jesucristo Súper Estrella (obra) y, para hacer una canción, me cuidaba mucho, pero hasta donde sé estamos listos”.
Guzmán acepta que económicamente esta época no ha sido fácil de sortear, pero lo peor ha sido lo anímico. Su deseo más grande para el próximo año es tener tranquilidad.
19 MESES habrán transcurrido desde que Guzmán canceló shows por el Covid-19.
“Afortunadamente administré mejor mis asuntos, pero de todas maneras el daño es importante”, dice. “Espero que el virus (Covid-19) se vaya y nos deje tranquilos, vivir sin tanta preocupación”.
A pesar del escándalo en el que se ha visto inmiscuido luego de que su nieta Frida Sofía lo acusara de abuso sexual, el intérprete espera que esta Navidad lleguen todos sus familiares.
“Tengo la idea de recibir a todos mis hijos, los hijos de Silvia (Pinal), mis nietas y ahora mi nieto también, los recibo en mi casa, espero que así sea. Ellos se van a cenar con su mamá, con Silvia y conmigo van a estar un rato”, cuenta.
Durante la pandemia se ha cuidado mucho para no contagiarse, pero lamenta la muerte de compañeros como Armando Manzanero, quien falleció en 2020. “Fue terrible”, reconoce el cantante.
Durante su show, en el que recorrerá sus éxitos, se tomarán medidas de sanidad previas, como la desinfección del espacio y la aplicación de gel. Para él, esta presentación marca el regreso de conciertos con público presencial.