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“Espero que cuando tenga 100 años suene aún mejor de lo que me escuchaba cuando tenía 19”, dijo Tony Bennett a EL UNIVERSAL en septiembre de 2012.
Era un momento importante en la vida del último gran crooner del siglo XX; un año antes había tenido un refresh gracias a su éxito de ventas con el álbum colaborativo Duets II, en el que participaron Lady Gaga, Mariah Carey, Alejandro Sanz y Amy Winehouse, entre otros, lo que lo había reposicionado en los oídos jóvenes. Eso le permitió grabar cinco discos más, dos de ellos con la intérprete de “Poker face”.
En el momento de la charla con este diario, Bennett hablaba con ávidez de otro proyecto muy especial para él, lanzado en 2012: Viva duets, la versión latina de sus duetos que grabó con artistas como Gloria Estefan, Romeo Santos, Chayanne, Franco De Vita y Vicente Fernández.
Había visitado al ícono de la canción ranchera en Jalisco, en el Rancho de los Tres Potrillos, para grabar ahí el tema “Return to me” (Regresa a mí). Porque así era Tony, decía que odiaba las distancias y las cuestiones virtuales, tenía que estar ahí, junto al artista con el que su voz se fusionaba: “Nunca había visto a un hombre con ideas tan hermosas de vida como Vicente”, contó Tony.
“Él tiene su estudio ahí, tiene bellas hectáreas de tierra, muchos animales y una casa maravillosa. Fue muy amable conmigo y mi esposa; tuvimos un almuerzo y estuvimos viendo a todos los animales”, añadió, enfatizando especialmente este último punto.
El tema juntos fue una gran fusión de dos mundos. Hoy es una pieza invaluable: Vicente falleció en 2021, a los 81 años, y Tony ayer, a los 96, dos semanas antes de su cumpleaños 97.
Es poco probable que el crooner supiera de la pérdida del Charro. Fue diagnosticado con la enfermedad de Alzheimer en 2016, aunque eso no lo detuvo.
Recién en 2021, lanzó su último álbum Love for sale, junto a con Lady Gaga, que obtuvo un Grammy. Ese año, ofreció su última entrevista a la AARP, una asociación dedicada a atender las necesidades de personas mayores de 50 años.
Susan, esposa de Bennett, accedió a que un periodista lo visitara en su departamento de Manhattan con el objetivo de visibilizar y dignificar a las personas con problemas neurológicos. El periodista se sorprendió al ver un Bennett creativo (fue pintor desde joven), contemplativo y que respondía poco, aunque a su ritmo.
Susan aclaró que su marido nunca sufrió por su padecimiento: “¿Qué es el Alzheimer?”, le preguntaba; a lo que añadía: “Susan, yo me siento muy bien”.
Adicto al escenario
Lo que menos cambió en la vida del cantante fue su amor por la música. No fue la edad ni el Alzheimer lo que lo detuvo; la última actuación del cantante fue el 11 de marzo de 2020, en Nueva Jersey, antes de que la pandemia del Covid-19 apagara las luces.
Tony no había dejado de cantar, acompañado de su esposa y su neuróloga, Gayatri Devi.
“Eso fue un verdadero golpe desde una perspectiva cognitiva”, contó su especialista. “Su memoria, antes de la pandemia, era mucho mejor. Y no está solo. Muchos de mis pacientes se ven afectados por el aislamiento, la incapacidad de hacer las cosas que les importan. Para alguien como Tony, la gran euforia que obtiene al actuar fue muy importante”.
Los conciertos que ofreció Bennett duraban 90 minutos, y su estilo y precisión no permitieron que alguien sospechara de su condición: “Eso lo mantuvo alerta y también estimuló su cerebro de manera significativa”, contó la especialista a AARP.
Lo que había en la mente de Tony se quedó con él, pero mucho de ello era público y sorprendía. Como cuando, siendo hijo de migrantes italianos, creció en Queens escuchando a Bing Crosby y Louis Armstrong, un poco a contracorriente de sus conocidos. O cuando, a los 10 años, cantó en la inauguración del que ahora es el puente Robert F. Kennedy. Qué decir de los días que trabajó como mesero y cantante en restaurantes italianos de Nueva York. Ya no se diga la versión más entera de Tony, la de Anthony Dominick Benedett, quien se alistó al ejército y combatió al final de la Segunda Guerra Mundial.
Y, claro, el de su propia versión de “Fly me to the moon” y la emblemática “I left my heart in San Francisco”: “Amo mucho cantar para centenares de personas, es algo que en verdad disfruto y jamás he pensado en retirarme”, dijo a EL UNIVERSAL.