“Vamos a la cama que hay que descansar, para que mañana podamos madrugar”... durante más de cinco décadas esta era la canción con la que millones de niños se iban a dormir.
La familia Telerín era un show que anunciaba que el día había acabado para los más chicos de la casa: los peques habían visto ya a Tío Gamboín, o aprendieron manualidades con Cositas, o rieron con el gato GC.
El 10 de mayo de 1952, hace casi 70 años, Canal 5 inició transmisiones: durante las siguientes décadas se convirtió en un referente del público infantil, tanto así que hoy es difícil que un adulto que haya crecido en México no recuerde algo de su programación.
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“Ahora los niños ya no consumen la televisión de la misma manera como nosotros o nuestros papás lo hacían; hoy los niños están acostumbrados a que todo sea de manera inmediata y que vean lo que quieran cuando quieran, esta idea de esperar cierto día y cierta hora para ver algún programa ha cambiado y creo que la tv se está adaptando a ello, por eso ahora las memorias de ese tipo de programas son compartidas”, dice Gabriel Sosa Plata, especialista en medios de comunicación y actual director de Radio Educación.
Gran parte del auge de las producciones de Canal 5 ocurrieron durante las décadas de los 70, 80 y 90, cuando los niños consumían enteramente el contenido en televisión.
Las tardes solían estar llenas de diversión y aprendizaje, ya que muchas producciones tenían el objetivo de enseñar valores; Canal 5 transmitió muchos años los contenidos de telesecundaria, y otros lúdicos como Plaza Sésamo.
“Se desconoce qué tan rentables han sido los programas infantiles para la televisión comercial, pero ahí hay audiencia cautiva que incluye a personas que gustan de programas que veían hace años y para la televisión abierta es una obligación no descuidar a esas audiencias y seguir produciendo programas de calidad. Estos ratings dicen que esos programas son un área de oportunidad para la televisión abierta todavía. Debería haber un estímulo para que las televisoras atiendan mucho más a las audiencias infantiles”, considera Sosa Plata.
Uno de los personajes más recordados por personas de distintas generaciones es Tío Gamboín, quien junto a Chabelo conformó una de las duplas cómicas más entrañables de la televisión mexicana de los 70.
En esa década, Ramiro Gamboa condujo Una tarde de tele, espacio en el que iba presentando los programas de Canal 5 y en cuyos cortes comerciales mandaba saludos a quienes cumplían años.
El Tío Gamboín siempre se refirió a la audiencia infantil como “sobrinos”, cautivándolos con su característica vestimenta: corbata de colores, un saco naranja con personajes animados en la solapa, que resaltaban en su camisa blanca.
En los 80, Televisa compró la licencia para hacer la versión mexicana de Sesame street, que nombró Plaza Sésamo, y que en sus primeros años tuvo a histriones de la televisión como Jaime Garza, Odín Dupeyron o Diego Luna, entre otros.
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Cada semana fue uno de los programas educativos más populares. Lo más característico de este programa fue el elenco mixto en el que convivían humanos con marionetas, mejor conocidas como muppets.
Fue en los 90 que El club de Gaby mantenía a los más pequeños atentos a la televisión, era un programa matutino de concursos protagonizado por Gaby Rivero. Su diferenciador eran las canciones y los bailes. “Eran programas muy inocentes, divertidos y que apelaban a la convivencia, al deporte y a la sana convivencia. Quizá hoy no hay programas como el que yo conducía, o algunos otros, pero quizá no tienen que ver ni siquiera con las decisiones de una empresa, sino con que hoy los niños actuales quieren o buscan otro tipo de contenido”, dice Rivero.