Timbiriche es una agrupación clave en el soundtrack de los mexicanos, pero no sólo de quienes pasaban horas conversando con telefónos de disco o soñando con sus canciones en el tocadisco, sino de aquellos que crecieron primero con los walkman, discman y ahora, en sus teléfonos inteligentes.
Diego Schoening fue el integrante que más atestiguó el paso del tiempo dentro de la banda, desde 1982 hasta 2019, y por eso habla con autoridad: Timbiriche es un ícono de la cultura popular que creció con la era digital.
“La magia de esta agrupación es que siempre se hizo todo con mucho amor, en realidad se pensó para hacer música que les gustara no sólo a los adultos, sino que les llamara la atención a los niños, por las letras. No creo que haya una fórmula para el éxito porque si no, todo tendría éxito, pero definitivamente supimos adaptarnos”, explica el cantante.
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Además de integrar la banda original, Diego, de 54 años, formó parte del disco Timbiriche 11, que fue grabado en 1992 con integrantes renovados como Alexa Lozano, Lorena Shelley y Daniel Gaytán. Cuatro años más tarde, se reencontró con sus excompañeros, etapa en la que el Internet ya entraba en casas de los mexicanos.
“Se conjuntaron varias cosas: muchos no lo toman en cuenta, pero crecimos con la parte digital, del Internet, y que seguíamos haciendo las cosas analógicamente, así que se unieron dos mundos maravillosos mientras hacíamos las cosas bien, con un gran mensaje y que le pudiera llegar a todos”, resalta el cantante.
Valora el tiempo
Schoening habla con EL UNIVERSAL al finalizar función de la obra Vaselina, que el próximo sábado termina su temporada actual en el Centro Cultural Teatro 1. Montaje que, considera, demuestra que, sin importar el tiempo ni la edad, es una muestra de la importancia de mantener un espíritu joven.
Sin embargo, no todos han visto bien esto, Diego sabe de las críticas respecto a su edad y las de sus compañeros han sido constantes, aunque prefiere ignorarlas.
“La presión mediática siempre ha existido y más bien es ver cómo tergiversan la información o las contestaciones, muchas veces hay que ver qué contestas, siempre hay que ser sinceros”, considera.
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El también actor, quien el año pasado participó en el programa Mi famoso y yo de Televisa, acepta que la fama atrae siempre críticas. En su caso, prefiere enfocarse en la disciplina, algo que practica desde niño, aunque, confiesa, tiene un carácter explosivo.
“Siempre he sido de mecha corta y explosivo. Tengo que pensar mucho las cosas antes de que reviente, esto me ha ocasionado problemas como perder amistades, que la gente diga, ‘este cuate está loquito’. Y pues ni modo, hay que aprender a digerir esas cuestiones y pensar más las cosas, por lo que, sabiendo esto, hay que mantenerse siempre con mucha mesura.
Debido a que Schoening ha desayunado, comido y cenado la fama desde niño, se podría pensar que tenía una autoestima enorme, pero reconoce que, a pesar e todo, sí se sentía inseguro.
“Empecé desde los siete años, fue un entrenamiento total. Lo importante es que seguimos fuertes y con muchas ganas”.