Lola Cortés vive con el miedo de que su destino sea similar al de su madre, Dolores Jiménez: ir a dormir y no despertar.

Hoy la cantante afirma que se siente bien, sin embargo, atravezó por momentos complicados de salud, incluido un diagnóstico de cáncer de mama en 2023.

Son cinco años de remisión, le faltan cuatro, pero mencionó que se mantiene alerta y tiene presente la idea de que “no sabes si vas a despertar”, comentó en entrevista en la casa de La academia.

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“Ahora, trabajando con mi terapeuta le decía: ‘lo que más miedo me da es dormir porque, ¿y si no despierto? Tengo muchas cosas qué hacer, familia, planes, no quiero que suceda eso, vamos bien, tengo grandes doctores”.

Su primera cirugía fue en 2023, cuando le quitaron un tumor y al mes siguiente le hicieron la mastectomía doble y le colocaron expansores en el tejido mamario.

Posteriormente la actriz de teatro musical indicó que ella continuaba trabajando sin parar.

“Hacía teatro como loca”, dijo, pero en marzo de 2024 se puso muy mal y ocho días después entró a emergencias para una cirugía de reconstrucción de mamas.

“Estuve descansando mes y medio, salí de gira de promoción con Toc toc y me enteré que mi matriz ya no sirve y me la tenían que quitar, cumplí con una fecha y me hicieron la histerectomía (cirugía para extirpar el útero)”.

Para Lola Cortés el trabajo ha sido una gran fuente de motivación que no le permite desanimarse, por ejemplo, recién terminó su trabajo en La academia, reality en el que por 11 semanas fue juez.

Tiene una audición la próxima semana, y clases magistrales que imparte con su hermana Laura Cortés, y sigue dando conferencias con Arturo López Gavito.

“Mientras mi mente no juegue chueco, todo ayuda”, mencionó.

“El doctor decidió que ni radio, ni quimios para no debilitarme, estoy con un medicamento diario, lo debo tomar a la misma hora todos los días, por cinco años”.

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Tener una actitud optimista, reconoció la actriz, le funcionó para no decaer al momento en que recibía malas noticas.

“Cuando vi los análisis de sangre que mostraban que había un nivel muy alto de cáncer, para mí era de ‘sí, tengo cáncer ¿y? ¿Cuál es el problema?’ Decían ‘es un tumor’, yo respondía ‘sí, ya quítalo’”.

Explicó que cuando “le cayó el veinte” se preocupó, pues nunca había entrado al hospital por enfermedad, sino por cuestiones del hombro, rodillas o lumbares.

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