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erika.monroy@eluniversal.com.mx
Por esa piscina Mía Colucci se paseó junto a sus demás compañeros de RBD. El lugar es el mismo que hace 14 años albergó al Elite Way School, el colegio de clase alta en donde los personajes de Anahí, Alfonso Herrera, Maite Perroni y compañía se hicieron famosos.
El ambiente es similar al que se vivía en 2004, las cámaras andan por aquí mientras los cables andan por allá. Los protagonistas de L.I.K.E, la nueva telenovela de Televisa, otra vez son jóvenes y están uniformados.
De nuevo las faldas cortas y los colores en rojo y negro. Ellas son bonitas, de cabello castaño claro y ojos entre arena y verdes. Ellos son bien parecidos y se ven bien en chamarras de piel y zapatos de vestir.
La producción de Pedro Damián dice que no se trata de hacer una nueva versión de Rebelde, que los problemas de estos chicos son más sensibles que el hecho de tener una mamá que canta o, incluso, no tenerla.
El productor hoy dirige su primer día de grabaciones en la Ciudad de México y ahí, en medio de la multitud, es el maestro. Canoso y experimentado, Damián se acerca y habla conciliador.
Les pide a sus niños que en esta nueva familia no se presten a los chismes, que nos los provoquen ni los dispersen. Pide que se hablen de frente y con honestidad, y ellos, jóvenes, nóveles y entusiastas, dicen que sí.
Mientras los camarógrafos y técnicos montan un centro de juegos, entre billar y videojuegos, los 13 protagonistas “conviven” entre sus celulares y anécdotas propias.
Y es que estos actores son de diferentes partes del mundo y los acentos ya se han vuelto familiares entre ellos. La novedad es que es la primera vez que se paran frente a la cámara con todo y uniforme.
Tras un mes de preparación por fin pondrán en la pantalla los conflictos de sus personajes. Cajas de zapatos se abren paso entre los empleados y los maquillistas están al pendiente.
“El lugar creció mucho, es un poquito diferente, pero sin duda es familiar”, dice Damián, mientras que los más fans señalan las escaleras en donde los anteriores protagonistas chismeaban o tenían discusiones.
De nuevo es una escuela de alumnos privilegiados, en donde ahora impera la diversidad: de pieles, lenguajes e historias. Todos están entusiasmados por ser parte del universo de la actuación y aún no saben lo que el futuro los pueda transformar.