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Aquellos que piensen que Club de Cuervos es una serie sobre futbol están equivocados. Sus protagonistas aseguran que la tercera temporada es sobre el corrupto sistema político mexicano. Para Luis Gerardo Méndez y Mariana Treviño, la nueva etapa de la serie creada por Netflix se arriesga y da un giro al alejarse del pambol para adentrarse en los tejes y manejes de la política nacional, un giro que, afirmó Méndez, los fans amarán.
“Es muchísimo más político. Siempre es importante darle vuelta a las cosas. Nos parecía necesario profundizar en los personajes y las historias pero al final quisimos darle un nuevo sentido a la trama. Así abrimos la caja de Pandora para burlarnos del patético y caótico mundo político en el que vivimos; particularmente en la cuestión electoral no sólo en México, también en Estados Unidos”, señaló Luis Gerardo.
Mariana Treviño explica que este cambio en la dirección de la serie era lógico, pues considera que en un país tan futbolero como México, el balonpié ha sido desde hace décadas una de las cosas más políticas que existen.
“Es interesante ver cómo la serie es un reflejo de lo que pasa en nuestra sociedad. Vemos cómo una institución que está dedicada al deporte pasa a un terreno político y eso sucede porque las instituciones se corrompen y entran en este juego sucio llamada política”, detalló.
Si bien esta temporada presentará a los hermanos Iglesias uniendo fuerzas en contra de políticos que los quieren ver caer, sus protagonistas señalaron que las problemáticas de la cancha seguirán presentes pues al final el futbol también es un paralelismo de lo que ocurre en la sociedad.
“Club de Cuervos siempre ha sido una serie con toques políticos. Es la catarsis de la problemática que se vive en el país y en esta tercera parte, los hermanos, a pesar de no llevarse bien, tendrán que arreglar sus diferencias o sobrellevarlas para enfrentar a alguien más fuerte y que podría acabar con el legado que su padre les dejó”, dijo Treviño.
Quizá sea esta una de las razones por las que en esta temporada uno de los dos hermanos se lanzará a contender por un puesto público, lo cual desatará una guerra política en Nuevo Toledo (sitio imaginario en el que se desarrolla la trama de la serie).
Para ambos actores el programa de Netflix sigue la tendencia a la que la sociedad mexicana se está enfrentando, sin dejar de lado la comedia. Ambos dicen que mostrar la realidad, por cruda que sea, a través de las risas es uno de las maneras más efectivas de transmitir su mensaje.
“El que uno de ellos se lance por un puesto político obedece a que sus administradores no les han respondido de forma adecuada y se han dejado manipular y corromper, en pocas palabras es como sucede en nuestra realidad. La gente ya no cree en los políticos y por eso vemos cómo cada vez más los ciudadanos independientes van por cargos populares, eso pasará en la serie”, destacó Luis Gerardo.
De actor desconocido a director. Hace una década, Luis Gerardo Méndez era actor de teatro experimental. Nacho Cano lo descubrió, le dio clases de canto durante dos semanas y lo lanzó a la fama al darle el personaje co protagónico del musical Hoy no me puedo levantar.
“Fue como liberar al rockstar frustrado que todos los actores llevamos dentro. Enfrentar diario un teatro con dos mil personas y en una produccción de seis millones de dólares me dejaba sin poder dormir”, recuerda.
Ahora, Club de Cuervos le da la oportunidad de sacar otra de sus personalidades, ya no la del rockstar sino la del cineasta.
“Desde muy joven quise ser director. En la segunda temporada de la serie intenté dirigir un capítulo pero lo hice con ayuda de alguien más; no me atreví a hacerlo yo solo”.
En la tercera, que se estrena el 29 de septiembre, Luis Gerardo decidió que era el momento. “Todavía no me siento director pero ya me hice cargo de todo el proceso en un episodio”.
Desde su silla detrás de la cámara y en tono de broma, niega que, entre su elenco, el actor llamado Luis Gerardo Méndez sea difícil de dirigir. “La verdad es que me gusta. Sin embargo, sé que requiere más tiempo porque hay que hacer la escena y regresar a ver el monitor. Se vuelve un poco esquizofrénico pero es un músculo que me interesa ejercitar mucho tiempo”.
Como buen director, sólo tiene superlativos para su actores. “El elenco de Club de Cuervos es un agasajo”.
Lo que no niega es que esta nueva etapa la asume de una manera distinta a la de su consagración como rockstar del teatro musical hace diez años. “He cambiado mucho... espero que para bien... sé que soy famoso y es complicado pero, como todo, te vas acostumbrado”.