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Eran casi las 20:00 horas. La gente hacía fila para entrar al Teatro de los Insurgentes pero tras bambalinas el ritmo era otro; mientras los actores eran maquillados con precisión quirúrgica dentro de los camerinos, afuera el staff iba y venía a paso rápido y Anahí Allué, la directora, tocaba de camerino en camerino para desear lo mejor a los actores en esa gran noche: el estreno de Sugar, el musical.
Cassandra Sánchez-Navarro, previo a subir a escena con el nombre de Sugar, dijo su experiencia con este primer protagónico, en su incursión en el teatro musical.
“Siento como si estuviera brillando en cada célula de mi ser, como si la sangre dentro de mi cuerpo estuviera hirviendo, como si mis ancestros estuvieran conmigo”, dijo la actriz.
Desde su silla, bajó un momento la mirada al recordar a sus abuelos Manolo y Fela Fábregas, que de muchas formas han motivado a la actriz en su carrera.
En otro camerino, Arath de la Torre se ponía en la piel de Joe, el músico sin trabajo que recorre las calles de Chicago buscando una oportunidad laboral con su amigo Jerry (Ariel Miramontes), dos hombres a quienes la necesidad y estar en peligro de muerte los hace disfrazarse de mujeres para unirse a un grupo de baile y jazz sólo de chicas.
“Estoy contento de empezar, es una sensación increíble, el teatro de verdad que es un privilegio”, dijo.
El teatro, agregó, no lo ha tocado tanto como la televisión, pero cuando lo hace es con proyectos muy importantes. “Este es el sueño de cualquier actor”, añadió sobre Sugar.
Ariel Miramontes prefirió no dar entrevistas, puesto que el tiempo era ya muy poco para subir a escena.
El público tomó sus lugares. Sugar (Cassandra) conmovió con su voz y su historia de desamor, al considerarse “una mujer tonta” por no elegir bien a sus parejas.
Joe (Arath) y Jerry (Ariel) hicieron excelente mancuerna, primero como músicos desempleados que sin querer se vuelven testigos de una masacre y luego como Fina y Dafne, las mujeres en las que se tienen que transformar para escapar de los matones que no quieren testigos.
Al terminar, el público se puso de pie y los despidió con un gran aplauso al trabajo, al baile y a las risas que esa noche se concentraron sobre el escenario.
La obra se presentará de jueves a domingo en el Teatro de los Insurgentes.