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En la historia del teatro en México muchos nombres se han escrito en letras de oro, pero entre ellos sobresale el de una mujer María Tereza Montoya , quien literalmente pasó su vida sobre los escenarios y cuya máxima es seguida al pie de la letra por muchas generaciones de actores: El teatro es sagrado.
Conocida como La Montoya, la gran trágica, esta diva de los escenarios vio la luz en la Ciudad de México un día como hoy, pero de 1900 en el seno de una familia artística, sus padres fueron José Felipe Agustín Montoya Alarcón y de Dolores Pardavé Bernal, un actor y una tiple de ascendencia española; fue prima del legendario actor Joaquín Pardavé.
Una afortunada casualidad la hizo pisar por primera vez un escenario, cuando tenía tan sólo tres meses de edad, cuando el utilero olvidó un muñeco que se ocupaba para la obra "El jorobado", entonces su padre – que participaba en el montaje – pidió que llevarán a María Teresa (cambio la S por la Z después) en su lugar y así entró a escena para no salir jamás.
A muy temprana edad ella toma las riendas de su familia, cuando a los ocho años pierde a su padre, entonces comienza a trabajar en cualquier compañía que necesite a un niño o niña para un personaje. A los 17 años y con varias obras ya en su haber María Tereza, quien ya había cambiado la S de su nombre, por una cuestión de buena aventura; funda su primera compañía teatral, con la cual fracasó como empresaria, pero sembró la semilla para lo que vendría más adelante.
Obras como "Una mujer sin importancia", "Vientos de oriente", "La Gioconda", "Amanecer", "La calumniada", "La reina de Tebas", "Un drama de Calderón", "Lulu", entre otras, además de su debut en el cine con el film "El automóvil gris (1919)", fue lo que esta actriz realizó antes de retomar la idea de fundar su propia compañía una vez más, proyecto que cristalizó en 1922.
Recorrió casi toda la República Mexicana, el sur de los Estados Unido s, parte de Latinoamérica llegando a países como Parú, Argentina, Uruguay y Cuba; en España se mantuvo trabajando por espacio de cinco años (1920 – 1934) logrando éxitos como el reconocimiento del rey Alfonso XIII de Borbón, su nombramiento como Dama de la Orden de Isabel la Católica y la Medalla especial del Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Uno de los mayores reconocimientos lo recibió en 1934, cuando el entonces presidente de México Abelardo L. Rodríguez la invita a inaugurar el Palacio de Bellas Artes, para lo cual prepara la puesta en escena La verdad sospechosa de Juan Ruiz de Alarcón, dirigida por Alfredo Gómez de la Vega; fue la primera de muchas obras que presentó en este recinto.
A lo largo de su vida y de su carrera artística María Tereza Montoya realizó más de 500 obras, que llevó por América y Europa, por lo que fue llamada como María Tereza, argonauta del arte. Pero su amor por el teatro la llevó más allá, en 1941 estableció que los estudiantes que mostraran su credencial, entraran gratuitamente a sus funciones, esto sucedió hasta el día de su muerte y marcó el precedente de lo que hoy conocemos como los descuentos en taquilla.
También fue uno de los fundadores de la Asociación Nacional de Actores (ANDA), junto a Mario Moreno “Cantinflas”, Fernando y Andrés Soler, Jorge Negrete, Sara García y José Elías Moreno, para defender los derechos de los actores ante los empresarios de la época. En 1947 es nombrada por el entonces presidente Miguel Alemán Valdés como Embajadora Artística de México.
En 1956 se inaugura en Monterrey el Teatro María Tereza Montoya, que ella misma financió y que hasta la fecha sigue activo. En la Ciudad de México en 2008 se renombra la Casa de la Cultura del Periodista como el Teatro María Teresa Montoya. Recibió más de 50 premios y reconocimientos por su trayectoria y aportación a la cultura. Es acreedora a la más alta distinción que otorga el gobierno mexicano: la medalla la Legión de Honor, el 27 de junio de 1964.
Aunque siempre manifestó su poco agrado por la televisión y el cine, a sus 66 años participa en la telenovela Gabriela.
A los 70 años presentó su última obra "Madre Coraje" de Bertolt Brecht, porque un tumor cerebral la bajó del escenario y le quitó la vida el 1 de agosto de 1970, el Palacio de Bellas Artes se convirtió en una capilla ardiente donde su cuerpo permaneció por dos días en espera que el presidente Gustavo Díaz Ordaz permitiera fuera sepultada en la Rotonda de los Hombres Ilustre s, algo que no sucedió y sus restos reposan desde entonces en el lote de actores de la ANDA en el Panteón Jardín de la Ciudad de México.
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