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aridiana.banos@eluniversal.com.mx
En una época en que la tecnología es una forma de entretenimiento para los niños, la puesta en escena Salimos del mar y soñamos el mundo la usa para invitarlos a usar su imaginación y comenzar a soñar despiertos.
“Lo más interesante aquí es que, a pesar de que se utiliza mucha multimedia, el mensaje es regresa a la imaginación, que los niños vuelvan a imaginar. A final de cuentas la creación del mundo para los huicholes es a partir de los sueños y la imaginación”, señaló el productor Eloy Hernández sobre esta obra que inicia temporada este 14 de enero en el Teatro Helénico.
Salimos del mar y soñamos el mundo muestra cómo los dioses Takutsi, Maxacuaxi y Kauyumari, cansados de flotar y nadar en un mar infinito, cerraron los ojos y comenzaron a imaginar. Así cuenta el pueblo huichol que se creó el mundo.
La idea de llevar esta historia al teatro nació por iniciativa de la directora Nora Manneck, quien durante un viaje a Nayarit conoció parte de la cultura huichol, su música e historias, y el mito de la creación del mundo, entonces se reunieron con las autoridades de este pueblo para pedir permiso de usarlo para escribir la obra, fue tan positiva la respuesta de los representantes, que desde el inicio se involucraron en cada etapa del montaje y en decisiones como el uso de pantallas para proyectar la escenografía.
“Aunque tienen muchas cosas originarias y no les gusta moverse, les encanta la tecnología, están abiertos a nuevas cosas, cuando les planteamos que iba a tener pantallas, que el vestuario tendría leds y les mostraron los bocetos, siempre estuvieron entusiasmados y a la par con nosotros”.
Eloy Hernández explicó que se buscó producir una puesta en escena de gran calidad porque, sin importar si es para un público infantil, se debe planear con el mismo rigor de una producción de gran formato, porque es el público más exigente. También era importante cumplir uno de los requerimientos que los representantes del pueblo huichol les hicieron, que la obra tenía que retratar todo el colorido y cosmogonía de su cultura.
“Al final de la función hay actividades didácticas sobre los pueblos originarios, para que tengan una experiencia completa y así despertar su curiosidad por este pueblo. Es idealpara niños y niñas a partir de los seis años, pero los más pequeños se entretienen con todo lo que está pasando”, señaló.