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araceli.garciam@clabsa.com.mx
Instalados en el escenario, los músicos están listos para crear la atmósfera de La Mancha. El bullicio del público que ingresa al teatro contrasta no sólo con la música sino con la calma que reina en los camerinos.
La última batalla que librará el Quijote ya tiene fecha, el próximo 1 de abril el telón del Teatro San Rafael despedirá la puesta en escena "El hombre de La Mancha".
Antes del último galope, Ernesto D’Alessio, Kika Edgar y Enrique Chi, protagonistas del montaje, abren las puertas de sus camerinos para compartir un poco más sobre su preparación antes de entrar a escena.
“Como estamos en una cárcel, el maquillaje tiene que emular lo feo, sucio y oscuro que existe en cada uno de los personajes”, explica Kika Edgar, quien da vida a Aldonza.
“Mi maquillista es una artista, lo que hace es que me vea muy demacrado. En escena parezco demasiado flaco, con los ojos muy metidos”, cuenta Ernesto D’Alessio.
Después de enfatizar cada rasgo de la cara es tiempo de ponerse el vestuario. Para algunos lucir de la forma en que se hacía en la época resulta un tanto complicado.
“Sin duda alguna el vestuario es una maravilla, está diseñado por Violeta Rojas pero es realmente muy incómodo”, confiesa D’Alessio.
Si algo ha llamado la atención a lo largo de las más de 450 representaciones de la puesta en escena El hombre de la Mancha es el trabajo coreográfico en cada uno de los números y Kika Edgar cuenta más al respecto.
“Aunque pareciera, no corremos como locos, está muy bien diseñada y medida cada coreografía. Tienes que hacer los movimientos en el lugar y tiempo correctos porque si no puedes tropezar o chocar con alguno de tus compañeros o no caer en pie a la música e iluminación”.
De vuelta al pasado. Toda la travesía comenzó con un montón de objetos sin sentido:
“Antes de empezar el montaje hicimos dos semanas de taller propedéutico donde toda la compañía se juntó a experimentar con lo que se tenía en una cárcel: palos, madera, cubos, una puerta“, recuerda Enrique Chi antes de salir a escena transformado en Sancho.
A tan sólo un par de funciones de salir a galopar por última vez, el elenco reafirma el mensaje del texto.
“Esta es una obra para que salgamos motivados y creamos que podemos cambiar y seguir luchando por nuestros ideales y nuestros sueños", dice Kika Edgar.
“Es como un cuento lleno de mucha fortaleza que hace pensar y creer a la gente”.