El ambiente que se vive al llegar al Teatro Milán es distinto al acostumbrado, ya no se reúne la gente afuera del lugar para platicar un poco antes de entrar a ver una función, ahora la prioridad es la de conservar la salud tanto del staff como de la compañía y el público, cada que se levante el telón de una obra, como sucede con la puesta en escena Elena, que estrenó la noche del miércoles en este espacio y que marca el regreso de la actividad teatral en la Ciudad de México después de seis meses de cierre total.
“Buscamos darle la vuelta haciendo una alternativa que sea útil para nosotros, para las personas que hacen teatro, que sea el mejor servicio para el público. Se siente increíble abrir comprometidos con que sea un espectáculo interesante y que estemos tranquilos de que no hay un riesgo para la salud de nadie”, comentó Mariana Garza, dueña del Teatro Milán, junto a Pablo Perroni.
Ser el primer teatro en abrir después de una larga cuarentena, sí hace sentir una gran responsabilidad a Perroni, pero la clave para él es tener un gran equipo de trabajo, con el cual comenzaron a plantear todo un protocolo de bioseguridad.
“Observamos las medidas para ingresar a los establecimientos, qué estaba sucediendo con las otras industrias pero todo esto se lo debemos a Pepe Valdés (jefe de técnicos)”, dijo Perroni.
Es que este experto desarrolló una logística que abarca desde la llegada del público, que es en horarios escalonados y no más de 10 personas, hasta el desarrollo de la trama. A la gente se les asigna un número y color que deberán respetar en los marcajes que hay en los pisos y los asientos, que ayudan a conservar la sana distancia, el personal usa todo el tiempo cubrebocas y careta, y se aseguran que el público use los tapetes sanitizadores, el gel atibacterial y a la entrada del recinto toman la temperatura de los asistentes.
Pablo Perroni hizo la observación de que en este momento muchas compañías se han enfocado en hacer teatro vía plataformas digitales, pero no se han planeado la forma en que deberán regresar a la actividad, que tarde o temprano estará sucediendo.
“Tuvimos la fortuna de anticipar. Si Pepe Valdés no hubiera llegado con esta opción nos hubiera agarrado en curva, entonces tuvimos tres meses y medio para desarrollar todo esto. Es complicado al 30%, pero aun así estamos por debajo de eso, estamos al 10% del aforo permitido”.
Los dueños de este recinto definen este montaje como un reloj, y efectivamente, debe realizarse con esa precisión para que todo funcione y los grupos jamás se encuentren, porque del liceo donde Mariana Garza les da la bienvenida y les da un contexto de la historia, deberán pasar después al lobby del Foro Lucerna en el tercer piso, para vivir otra parte de la historia, de ahí entran al foro, después al sótano, detrás del escenario del teatro y a las butacas de la sala principal.