En 2009, apenas mes y medio después de ser operado del corazón, Felipe Cazals ya en estaba en Durango para el claquetazo de " Chicogrande ", su penúltima película .
"Para los cineastas no hay nada más estimulante que filmar", dijo en esa ocasión a EL UNIVERSAL, convencido que estar con claqueta era lo suyo.
Le llamaban ogro por su legendario mal carácter y extrema disciplina. Lo primero podría ser dependiendo del momento, lo otro, normal porque así debe ser un set porque de otra forma se pierde tiempo y esto es dinero.
"Muchos reporteros hacen preguntas como policías, es decir, cuestionan lo mismo mil veces. De ahí surge el mito de ogro, porque a veces quieren que conteste preguntas a mitad del rodaje y no han entendido que filmar es un rito, una ceremonia irrepetible", comentó.
El realizador era alguien que no le gustaba ver sus propias películas. Eso sí, reveía a los clásicos como Wild Weldman , de quien podía pasar horas discutiendo con el también realizador Alberto Isaac y el escritor Paco Ignacio Taibo I .
También compraba películas piratas, pero por que no había otra forma de ver esas historias que le apasionaban como "Cavalcade", cinta que vio en su adolescencia, donde una pareja de recién casados estaban a punto de zarpar a un viaje marítimo. La escena final era clave, pues mientras se despedían, se alcanza a ver el nombre del barco: Titanic .
La cinta lo marcó tanto que a sus compañeros de escuela llegó a decir que había conocido a pasajeros del transatlántico que acabó en tragedia. Era imposible, pues Cazals había nacido en 1937, 25 años después del hundimiento.
Entonces él pensaba en ser médico. Pero en cuanto llegaba la carrera, se metía a los cines Gloria, Morelia y Modeno y le comenzó a atraer más el oficio. No había escuela de cine en México, así que se trasaldó a Francia. No se tituló porque reprobó el último exámen, pero no importó. Regresó y comenzó a trabajar en el medio.
Su primera cinta fue "Emiliano Zapata" con Antonio Aguilar , pero se topó con el dilema de lo que él quería y los deseos del también cantante, chocando constantemente.
"Que Dios la tenga en su mejor potrero", comentaba al recordar el filme.
En 1971 recibió una invitación para trabajar en Hollywood y, tras ocho meses de vivir allá, se dio cuenta que no había ahí nada que le intrigara.
Y comenzó en México el rodaje de su trilogía "El apando", "Las poquianchis" y "Canoa", basadas en hechos reales, que lo catapultó al reconocimiento de cineasta crítico de la realidad nacional.
Con "Canoa" tuvo que filmar en un pueblo cercano a San Miguel Canoa, sitio original del linchamiento de 1968 a trabajadores universitarios al ser confundidos como comunistas.
Mientras el religioso, presunto culpable de la masacre, los recibió con una pistola 45, el del otro poblado se conformó con 14 mil pesos: mil entregados a la vista de todos y el resto, en la sacristía.
"Cuando estrenó la película cierto alto clero puso mi nombre y el de la película en todas las iglesias, diciendo que no debía verse jamás", recordaba.
"También recibí anónimos por ocho meses, escritos transversalmente en un hojas, con tinta verde, que anunciaban la muerte de mis dos hijos menores y diciendo cómo iba a terminar yo mis días", narraba.
Ya en los 80's, dirigió por encargo las películas "Burbujas de amor" y "Rigo es amor". Taquilleras, sí, pero sin corresponder a la línea manejada en su carrera.
"No puedo escupir sobre ellas, porque soy un director de cine y puede que a mí me importen cabañmente mis razones para haberlas hecho. Decir que son unas mierda es un hecho irrevocable. Nadie hacer conscientemente malas películas. Tampoco me puedo justificar y hacerme la víctima, lo único que puede hacer es hablar lo menos posible de ello", dijo en una ocasión.
fjb