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invitó a su programa no a una estrella de televisión sino a un periodista, de padre periodista y que ha visto e informado en medio de muchas guerras, un español de corazón mexicano por amor a esta tierra: Alberto Peláez.
Durante la entrevista recordó cuando se le murió un bebé de tres meses en brazos en una transmisión, de la terrible contaminación del Río Tigris que le tocó reportear y de cómo le tocó ser aprendiz de Jacobo Zabludovsky justo en 1985, cuando ocurrió el terremoto que sacudió a México, y con él reporteó muchos conflictos bélicos.
“Uno tiene que ir siempre con la conciencia muy clara de que puedes o no salir de una guerra, de que puedes tener una enfermedad terminal, de que puede haber un terremoto”, compartió.
Cuando Jacobo Zabludovsky preguntó quién quería ir a la guerra, con poco más de 20 años, él alzó la mano.
“A mí me gustaba tanto lo que hacía que volviendo de Sarajevo pensábamos a qué guerra queríamos ir. Jacobo llegó a sentir miedo y decía que no, no íbamos, hasta que yo lo convencía. No quería que fuera a Sarajevo pero al final los resultados fueron muy buenos”.
En su maleta siempre había chaleco antibalas y casco, siempre se ha preguntado por qué los chalecos de periodistas tienen tantas bolsas y hasta llegó a pasarle que en medio de conflictos bélicos le llamaran para ofrecerle cortesías para hoteles o demás.
Alguna vez también le apuntaron en la cabeza y pensó que iba a ser ejecutado. Cuando Yordi le preguntó si en la guerra respetan a los periodistas, Peláez le dijo sin dudar:
“¡Qué van a respetar! en muchas ocasiones supón es un trofeo para todos ellos, para dar un mensaje de que pueden acabar con el periodista, con la paloma”.
El primer conflicto bélico que cubrió ya casado fue Afganistán, luego Irak, Libia, Gaza. Pese a que su esposa nunca tuvo ningún problema con eso, sí se perdió de muchos momentos con sus hijos.
“Joaquín nació el 14 de julio de 2001, venimos a México a bautizarlo, pasa lo del 11 de septiembre y Joaquín tenía poco más de un mes, me mandan rápidamente a Pakistán y le dije que se quedara aquí porque iba a ser una guerra bastante larga, yo a Joaquín dejo de verle cuando era un neonato y cuando volví a verlo era un señor de nueve meses. Esa primera parte me la perdí, y de Constanza me perdí cuando comenzó a hablar. Es verdad que son momentos que te hubiera gustado mucho, pero luego te arrepientes”, confesó.
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