-“Mi padre biológico, el señor Moisés Pasquel, además de director de orquesta y toda una personalidad en la XEW, era varios años mayor que mi mamá y de pilón, casado. Claro que de esto ella se enteró mucho después. No condeno el amor, pero sí el engaño".

-“Siempre fui muy tragona y como mi mamá no quería darme dinero para que yo comiera tanta porquería, tenía que ingeniármelas para conseguirlo. Iba al hotel El Reloj a aventarme clavados desde la claraboya para que me pagaran (…) mi locura eran los mangos verdes con chile".

-“Con Manolo Fábregas hubo más química, pero dejé de verlo cuando me enteré que usaba peluquín: mi mamá fue quien me lo dijo porque yo no me había dado cuenta. Y la ilusión se fue al suelo".

-“Bamba” fue mi primera película, cobré por ella 300 pesos, aunque por la terrible experiencia, la verdad, debieron pagarme más. Contreras Torres (el director y para una escena de llorar, que no lograba) comenzó a insultarme y humillarme enfrente de todo el mundo, hasta que toda esa agresión se convirtió en llanto.

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-“Por ‘Un rincón cerca del cielo’ (de Rogelio A. González) recibí mi primer Ariel, por coactuación femenina. No me esperaba menos después del “cachetadón” que me puso don Andrés Soler al hacer una de las escenas. El director dijo a don Andrés: ‘Por favor, quiero una bofetada que la tire’ ¡Y me tiró!, estuve sorda como tres meses".

-“(Emilio Azcárraga Milmo) Me decía Pato igual que yo a él. Un lindo romance que comenzó en 1954, duró cuatro años y una amistad que perduró contra viento y marea toda la vida. Su padre se negó rotundamente a nuestro matrimonio porque yo era divorciada y con una hija".

-“Un día (Enrique Guzmán) llegó con una pistola, me la aventó en la cara y como loco gritaba: ‘tú no me quieres, lo que quieres es matarme ¿verdad’. Toma la pistola y hazlo’. Yo temblaba de miedo. Volvió a tomar el arma y me dijo: ‘Tómala así, apunta así y dispara’. Y la pistola ‘se disparó’. La bala me pasó rozando".

-"Cuando llegué a mi casa y por fin pude estar sola, me quité ese traje color calabaza que nunca más volví a usar, entreabrí la puerta de su cuarto, el aroma de su perfume todavía estaba ahí. Ni siquiera entonces pude llorar. Cerré su puerta, ‘buenas noches, hija’, murmuré, pero la respuesta nunca llegó“.

-“(Como legisladora) El diputado René Bejarano me gritó en público cosas horribles que nada tenían que ver con la política y menos con mi trabajo; absurdamente, criticó mis pestañas postizas. Como toda una profesional que soy, en ese momento no le respondí. Una vez que terminó la sesión, lo enfrenté y le dije: ‘Mire, ya no tengo pestañas postizas, estas son mías, ¿ahora sí puedo ser buena política?’. No supo ni qué decir, fue la primera y última vez que se metió conmigo".

-“Nunca he tenido representante artístico, durante todos estos años yo me he encargado directamente de mi carrera y es algo que digo con mucho orgullo".

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