“¡Eres bruta, eres estúpida!”, escuchó Silvia Pinal, de entonces 17 años, en sus primeras apariciones en un set cinematográfico.
“¡Fue muy grosero conmigo ese viejo horroroso! Me regañaba mucho, digo, yo estaba muy verde, lo reconozco, pero de eso a que me gritara y regañara, era por ser violento.
“Cuando uno empieza y no se sabe cómo hacer algo y sólo te insultan, entonces te pones peor”, recuerda la actriz.
Era 1949 cuando Pinal saltó al cine y su nombre comenzó a promoverse en la cartelera de periódicos.
El 26 de mayo de ese año salió en El pecado de Laura, al lado de Abel Salazar y Meche Barba, con quienes no convivió tanto en ese momento. Los ya extintos cines Bucareli y Atlas, ambos en la Ciudad de México, se peleaban por el público, ante cintas como Tres lanceros de bengala, con Gary Cooper y La mundana, protagonizada por Marlene Dietrich.
Una semana después, el 2 de junio, entró a cartelera la ya mencionada Bamba, donde las estrellas eran Carmen Montejo y Tito Junco.
“¡Qué espantoso!”, bromea Pinal al recordar que esta semana se cumplen siete decádas de su entrada a la pantalla grande.
“No es que quisiera entrar al cine, lo hice porque era lo mejor que podía hacer; en aquel momento yo estaba haciendo teatro, empecé en el Ideal (en la capital mexicana) haciendo papelitos chiquitos y luego cuando empecé con cosas mejores, fui subiendo; la televisión entonces estaba muy verde”, señala.
El cententario
Desde su lanzamiento en salas, Pinal contabiliza un centenar de filmes en los cuales ha trabajado con todos.
Lo hizo con Pedro Infante, a quien le gustaban los tamales y no le importaba comerse todos, dejándola sin comer, pues ella estaba ocupada rodando sus escenas.
“Era un tragón y divertido, con él nunca hubo nada más que amistad”, comenta la anfitriona de Mujer, casos de la vida real.
Fue dirigida por Luis Buñuel en El ángel exterminador, para la cual no se bañó por varios días para darle realismo al personaje, y Viridiana, censurada en España por su temática de incesto.
Y en su más reciente cinta, Tercera llamada, Pinal echó mano de su pequeña perrita para estar frente a la cámara de cine.
“Y en Tercera llamada estaba lloviendo, no pude regresar con mi perrita y dije: ‘ok, que entre también a escena’”, agrega.
¿Lo curioso? No cuenta en su hogar y oficina con copias de sus películas. Primero, porque no le da tiempo de verlas. Segundo, no soportaría verse, dice. Los que sí tiene cuidados son los reconocimientos obtenidos, como el Ariel de Oro otorgado por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC).
“Me voy a fijar en 800 cosas de las que nunca me fijo y pues mejor no, ¿para qué?”, suelta la carcajada al explicar su postura.
“Siempre me veía fea u horrorosa, de por sí no me gusto mucho, ahora ya me estoy resignando, me volví conformista”, dice
Del cine actual ve poco, pero por diversos compromisos. Tiene en la agenda ver ROMA, dirigida por Alfonso Cuarón, para ver por qué generó tanto revuelo.
Y espera la vuelvan a invitar a una nueva película. Acepta tener un poco de envidia por no formar parte de la nueva generación de realizadores y actores que triunfan en el extranjero y taquilla.
“Yo no formé parte de la llamada Época de Oro, sólo fue la colita, a ella sí pertenecieron Infante y Marga López. Para mí el cine es la internacionalización, era la manera en que la gente lo conocía a uno; era subir una escalera y cuando se llegaba a la cúspide, era glorioso, ¡el cine es la joya de la corona!”, concluye.