La vida de los hombres que dejaron un legado también puede contarse desde el final. Gustavo Cerati no es la excepción. El 15 de mayo de 2010, el músico con categoría de rockstar ofreció el último recital de la gira Fuerza natural en el campus de la Universidad Simón Bolívar, en la ciudad de Caracas.
Se trataba de una fecha que conformaba un tour iniciado en Monterrey, México , con la finalidad de presentar en vivo aquel disco poético, editado en 2009, que le daba nombre al periplo internacional.
El recital en Caracas se llevó adelante sin sobresaltos y nada hacía suponer que, minutos después de finalizado el show, el exlíder de Soda Stereo sufriría una isquemia cerebral que conduciría a un posterior ACV que lo postró y lo dejó en estado de coma cerebral hasta su muerte, producida el 4 de septiembre de 2014.
“A los músicos que realizan un gran esfuerzo arriba de un escenario les deberían hacer un chequeo médico previo”, sostiene Dora Cerati , tía del músico, con algunas dudas sobre la prevención y la atención recibida por su sobrino cuando sufrió el episodio que se convertiría en terminal.
Dora, tía de Cerati, recuerda con amor a su sobrino, con quien se reunía frecuentemente los domingos pára almorzar.
“Nos reuníamos los domingos en la casaquinta que tenía mi cuñada en San Isidro, el menú podía ser asado o una raviolada. Gustavo estaba siempre presente, le encantaban esos encuentros, aunque terminábamos de almorzar y él salía corriendo a ensayar”, rememora Dora Cerati con un dejo de nostalgia, pero con la alegría de aquel tiempo compartido con su familia y con ese sobrino y ahijado que el destino convirtió en una celebridad internacional.
"Era divertido, Gustavito tenía un humor muy especial...", recuerda.
Gustavito. Así, con afecto, Dora Cerati define a ese sobrino que atravesó su vida a lo largo de 55 años. En su recuerdo no hay lágrimas, sino la satisfacción de haberse disfrutado mutuamente. Aparece nítida aquella infancia fundacional en su vocación, los consejos de la tía al ahijado adolescente y el acompañamiento cuando la vida se pareció a la muerte.
-¿Iba a visitarlo?
"Por supuesto, durante los cuatro años de su internación fui siempre a verlo".
-Luego de la internación en el Fleni fue trasladado a otra institución.
"Sí, cuando los médicos del Fleni evidenciaron que ya no había solución porque había sido dañado el tronco cerebral, lo peor que puede suceder en un ACV, se decidió el traslado a Alcla. Hay casos de personas que estuvieron 19 años en el estado en el que estuvo Gustavo y salieron del cuadro, pero el ACV masivo a él le dejó secuelas terribles".
-¿Cómo transcurrieron esos últimos años?
"Gustavito tenía una habitación especial, con un acceso digital para que no se pudiera meter nadie a sacarle fotos. En cuatro años, no hubo una sola foto de Gustavo. Con el tiempo comenzaron a vestirlo y a sentarlo en un sillón anatómico. Ahí uno recuperaba alguna esperanza...".
-¿Lo vestían?
"Lo vestían perfectamente. Además, ya le habían crecido todos los rulos y no se notaba esa parte hundida donde le faltaba la tapa craneana. Yo le abría los ojos y Lilian (madre de Cerati) me decía: 'Déjalo tranquilo'. Pero yo pensaba que así, quizás, podía mirar algo".
-Muy emocionante y todo un shock.
"Tenía esos ojos celeste cielo intactos. En una oportunidad, vino a visitarlo un primo nuestro que es médico y vive en Concordia y no podía creer lo bien que estaba. Tenía la piel suave, buena masa muscular. Estaba perfecto, era para decirle: 'Gustavo, levántate y canta".
-Con cierto morbo, se ha especulado con el aspecto que podía haber tenido durante su tiempo en coma.
Estaba hermoso, tenía una cara preciosa, siempre afeitado, con los labios rozados. A veces, hasta le poníamos un gorrito.
-En vida era muy coqueto.
"Yo le hacía notar a Lilian lo bien que estaba, el buen semblante, la piel descansada".
-Lo visitaron sus colegas.
"Su gran amigo Luis Alberto Spinetta llegó acompañado por un médico, porque tenía miedo a descomponerse, pobrecito. Se querían mucho, al punto tal que le dejó la guitarra de Dante de regalo".
-¿Cuál era la reacción de la gente que lo visitaba?
"Le cantaban, le tomaban la mano, lo acariciaban".
-Usted dijo que le abría los ojos. ¿Qué sucedía en ese momento? ¿Podían percibir alguna reacción?
"No demasiado. Yo lo hacía trabajar: “Gustavo hoy vamos a abrir y cerrar la boca, vamos a ensayar eso”.
-¿Cuál era la respuesta?
"Lentamente, él lo hacía".
-¿Reaccionaba?
"Sí, pero los médicos me decían que se trataba de un reflejo".
-¿Qué otros movimientos le hacía hacer?
"Cuando nos cansábamos de abrir y cerrar la boca, yo le proponía ensayar cómo se tragaba. Él movía la boca...".
-Entonces había respuesta, comprensión.
"Estas cosas son muy delicadas... A veces, yo llegaba y le decía: “Buenos días, Gustavito” y el movía la cabeza. Fueron cuatro años... Cada diciembre le llevaba un arbolito de Navidad, que luego regalaba a la institución".
-¿Cómo fueron sus últimas horas?
"El día anterior a su fallecimiento, las enfermeras se preocuparon porque Gustavo estaba con taquicardia. Cuando llegué no movió la cabeza y recuerdo que le dije a Lilian una palabra que jamás uso: “Lo veo impávido”. No era la cara de una persona viva".
Foto: Vía Instagram Lisa María Cerati.
-Entonces...
"Lo metieron en la cama para que estuviera más tranquilito, hasta que se normalizaran los parámetros. Al otro día, por la mañana, me avisaron que había muerto. Inmediatamente me fui corriendo a lo de Lilian".
-Lilian es una gran mujer.
"Así es y ha pasado por muchos golpes. Primero la muerte de su marido, porque mi hermano falleció luego de una enfermedad, y después soportó los cuatro años de Gustavo en ese estado. Es una leona. Tan fuerte es que no se operó de la cadera, a pesar de sus dolores, porque pensaba que, si le sucedía algo, no podría volver a ver a Gustavo. Así que esperó el desenlace para operarse".
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