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janet.merida@eluniversal.com.mx
La ciudad dejó de existir durante dos horas allí dentro. Bellas Artes era no sólo un palacio, era el mar, con sus reflejos de agua salpicando a la gente, el deseo de ver a Joan Manuel Serrat anclar allí una vez más.
Él apareció puntual este jueves por la noche, elegante y soltando un beso a los que le aplaudían de pie.
El cantautor comenzó uno de sus cinco conciertos en el recinto cantando “Mediterráneo”.
En la pantalla detrás de él se veía un faro, olas de mar danzantes.
“Llevo tu luz y tu olor por donde quiera que vaya, y amontonado en tu arena guardo amor, juegos y penas”, Cantó.
Al terminar, guitarra en mano, se dijo contento de volver a ese escenario donde prácticamente inició su relación con México.
Volver, además, al principio de sus canciones, al emblemático disco Mediterráneo escrito en 1971, hace 48 años, en un hotel de la costa brava catalana que hoy ya no existe.
“Alguien puede pensar que lo de 48 no es un número políticamente correcto, hubiera sido mejor esperar a los 50, que es cuando suelen celebrarse las efemérides, ¿no? pero a ver, ¡no estoy para esperar!”
Cantó “Qué va a ser de ti”, “Vagabundear” y “Barquito de papel”.
“Les cuento todo esto —decía a la gente— porque a mí me gusta darle al concierto una pincelada cultural, ¡No todo van a ser tetas y culos!”
Siguió con “Tío Alberto” y “La Mujer que yo quiero”.
Uno de los momentos más conmovedores fue cuando habló del mar.
Si el mar es sabio, dijo, no sería femenino o masculino, sería andrógino, con profundas relaciones con la luna que riela sobre él.
Así pues, cantó “La Luna”, nacida del poema de Jaime Sabines.
El otro momento conmovedor ocurrió cuando habló de las canciones que ha escrito a las mujeres y hasta bromeó un poco al respecto diciendo que ha escrito a las suegras, a la tía soltera, a la princesa, a la campesina, a la mujer secreta, a la oficial, a Lucía, Penélope y por su puesto “A la mujer que yo quiero”.
“Recuerdos, llenas de recuerdos están las canciones, de amor y de luces que me han iluminado el camino; a pesar de que nadie vive de recuerdos y que tampoco nadie muere de mal de amores. En cambio sí hay mujeres que mueren de amores malos, maltratadas, despreciadas, asesinadas ante la mirada despreciada, hueca de una sociedad que consiente que estas cosas ocurran, a estas mujeres especialmente y a todos los que sufrimos las consecuencias de estos actos va dedicada esta canción”, dijo y cantó “Menos tu vientre”
El concierto continuó.
Sonaron canciones emblemáticas en su carrera como “Cantares”, quizá la más coreada, y aunque se despidió dos veces, volvió para cantar “Hoy puede ser un gran día”, “Penélope” y finalmente “Tu nombre me sabe a hierba”.
El público lo despidió de pie, conmovido.
Las luces se encendieron y la sala ya no era el mar, era nuevamente el Palacio de Bellas Artes. Se abrieron las puertas y entró una corriente de aire y murmullos que conforme uno salía se volvían gritos.