toma con humor su despedida de los escenarios e incluso, la muerte. Habló de ello a los miles de seguidores que acudieron la noche de este miércoles al primero de sus dos conciertos en el Auditorio Nacional.

“Qué gusto que estén aquí y yo pueda darles las gracias, no sólo por la compañía de esta noche, sino por la compañía que me han dado en tantas ocasiones a lo largo de mi vida”, dice al subir al escenario antes de interpretar “Dale que dale”.

“Es un gusto estar aquí despidiéndose personalmente como corresponde, pero que quede claro que el de esta noche no va a ser mi último concierto… queda el de mañana”, bromea. Leer también:

Su voz tiene un dejo de cansancio y se quiebra por momentos. A sus 78 años de edad, ha decidido que El vicio de cantar sea la última gira en la que temas icónicos de su carrera como “Señora” y “Algo personal” suenen de su viva voz, ahora frente a los mexicanos, en un recinto abarrotado. Pero también sabe que en esta vida todo puede pasar y él se dice preparado.

“En el caso poco probable y deseable que no lleguemos al final del concierto, ustedes siempre podrán presumir: ‘yo estuve ahí, yo le vi caer’”, expresa, provocando las risas del público.

Así es como arranca una noche en la que recuerda a figuras como el poeta Miguel Hernández, quien escribió “Nanas de la cebolla” en la cárcel durante la Guerra Civil española, o a su propia madre, a quien le dedica el tema “Cançó de bressol”.

“Para la libertad”, “Mediterráneo” y “Cantares” también se escuchan en el show.

“He decidido despedirme con dignidad”, y así es.

El temblor de su voz denota la experiencia de un artista que inició su carrera en 1965, hace más de 56 años, uno que sigue llenando los escenarios y llegando a oídos de sus seguidores con canciones consideradas poesía. Leer también:

Pero así como para él cada tema tiene un trasfondo especial que deja saber en cada una de sus intervenciones, para el público también. Su música tiene un valor especial para la familia de Edgardo. Su mamá fue quien lo hizo interesarse por sus letras en su adolescencia, por ello, aunque ella ya no está, ahora que el cantautor llegó a México invitó a su padre, Ramón, para así, honrar también a la persona que le dio vida.

“Ella decía que ‘Fiesta’ le recordaba a su abuelita porque era su canción favorita; y a mí me recuerda a mi mamá”, dice en el lobby del Auditorio minutos antes de empezar el show.

“Tu nombre me sabe a hierba”, “Cantares”, “Fiesta” y “Aquellas pequeñas cosas” forman parte de las 25 canciones que Joan interpreta y quien, incluso, tiene al cantante mexicano Mijares como invitado para “Hoy puede ser un gran día”, en la que se proyectan imágenes divertidas de La Gioconda con bigote o vestida de Superman.

El cambio climático y la pandemia del Covid-19 no pasan de largo en la mente de Serrat, quien lamenta que ya sea algo común hablar de los problemas que enfrenta el planeta.

“Es muy doloroso pensar en la porquería de mundo que le vamos a dejar a nuestros hijos y nietos. Deseo que cuando nos volvamos a ver en cualquier cielo o galaxia podamos vernos las caras sin tapabocas y que la palabra mañana sea un sinónimo de vida”, dice antes de “Pare”.

El cantautor, quien cerró la velada con “Penélope” , regresará esta noche para el segundo y último concierto en la Ciudad de México como parte de la gira con la que dice adiós a los escenarios y que terminará en su natal Barcelona en diciembre.

HERENCIA FAMILIAR

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En el caso poco probable y deseable que no lleguemos al final del concierto, ustedes podrán presumir: ‘yo le vi caer’” Joan Manuel Serrat  Cantautor

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