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Cannes.— Como ya es tradición, la Semana de la Crítica realizó una función especial en su Sala Miramar para proyectar los cortometrajes ganadores del Festival de Cine de Morelia.
Carlos Tapia, director de Satán, Pablo Giles, director de El aire delgado, Cris Gris, directora de San Miguel y Kate Phibbs, productora de La chica con dos cabezas (dirigida por Betzabé García) estuvieron presentes para dar unas palabras al público y agradecerle a Daniela Michel, directora del FICM, y Charles Tesson, director de la Semana de la Crítica en Cannes, esta gran oportunidad.
Para Carlos Tapia, algo que está ocurriendo actualmente que beneficia mucho a los jóvenes talentos de nuestro país y que ha notado en su experiencia en Cannes es:
“Ser mexicano me ha abierto muchas puertas para hacer cine porque al decir que vienes de México todo el mundo da por hecho que es un buen cine de autor y que estás haciendo algo interesante y de calidad y eso ayuda mucho, porque hay una buena disposición a escuchar las ideas y a darte oportunidades”, aseguró.
Según Cris Gris, “filmar en México era una prioridad. Terminé mi maestría en NYU en Nueva York pero quise volver a mi país para realizar este proyecto que es mi tesis y me siento muy afortunada”.
Pablo Giles aseguró que esta oportunidad le ha dado un gran impulso a su carrera.
“Acabo de filmar un nuevo cortometraje que se llama Bisho gracias a todo el empuje que me dio haber ganado uno de los premios en el Festival de Cine de Morelia, así es que ahora la idea es no frenar y preparar un largometraje en el que me gustaría abordar muchos temas familiares”.
Iñárritu, promotor de cortometrajes. En sus palabras antes de la proyección, Daniela Michel contó una anécdota memorable de cómo uno de los principales benefactores para el proyecto de cortometrajes que ella impulsaba fue precisamente Alejandro González Iñárritu.
“Antes de que el Festival de Cine de Morelia comenzara yo solía organizar un pequeño festival de cortometrajes a finales de los 90 cuando se decía que el cine mexicano estaba muerto y tuve muchos problemas económicos para hacer este festival pero un amigo me dijo: ‘¿por qué no hablas con Iñárritu?’, quien tenía una gran compañía de producción de publicidad y al día siguiente me reuní con él. Era 1997 y ese día me dio un buen cheque convirtiéndose en mi primer patrocinador y me dijo: ‘quiero estar más involucrado en lo que está sucediendo con los jóvenes en el cine mexicano porque algún día quiero dirigir películas’. Tres años después Alejandro trajo Amores perros a la Semana de la Crítica y el resto es historia”.