espectaculos@eluniversal.com.mx
Hay muchas salidas, le decían sus seguidores en Twitter. Pero el músico y escritor Armando Vega Gil decidió tomar una: quitarse la vida. El motivo, según explicó en esa red social, fue no ver otra forma de encarar la acusación de abuso y acoso que subió una mujer de manera anónima en la cuenta de #MeTooMúsicosMexicanos.
El bajista de Botellita de Jerez había confesado a su amigo Santiago Ojeda que no recordaba el suceso del que se le acusaba. Ojeda llegó temprano al edificio donde vivía el artista alertado por un mensaje que éste subió a sus redes sociales pero, al no obtener respuesta, se trasladó a las oficinas más próximas del Ministerio Público, en la alcaldía Benito Juárez, en donde corroboró el deceso.
Fue por medio de un grupo en WhatsApp en donde Ojeda tuvo la oportunidad de platicar por última vez con su amigo. Asegura que éste nunca dio señales de haber estado deprimido, y que si tenía inestabilidad emocional, la mostró sólo al poco el tiempo de la acusación.
“Esto es totalmente una sorpresa. Texteamos ayer en la noche y pues tocamos la semana pasada en Aguascalientes, todo estaba bien, fue un buen concierto”.
Consternado, su compañero consideró que el suicidio no era la solución ante las acusaciones que podrían ser ciertas o no del Cucurrucucú.
“Hay que hacer cualquier cosa antes de suicidarse: buscar ayuda legal, anímica, moral y todo va cayendo por su peso. Si te tocó un mal momento pues bueno, te afectó, pero a la larga todo se arregla”.
Lloran vecinos, alumnos y amigos. Desde temprano llegaron personas al edificio ubicado en la colonia Narvarte para saber qué pasaba con el músico de 64 años.
Sin poder contener el llanto, se asomaban por una de las ventanas de su departamento en planta baja, lo llamaban al celular sin éxito y hacían otras llamadas para localizar su paradero. Una de ellas, dijo ser su mejor amiga. Tras una llamada, se fueron del lugar sin decir más.
Una vecina de edad avanzada cuenta que en la mañana vio a gente afuera del departamento, pero no policías, y que Armando llevaba años viviendo allí. Lo recordó como reservado y amable. Otra lo describió como un hombre solitario, constantemente de viaje, aunque de cuando en cuando llegaban alumnos a su taller y si no, un niño pequeño (su hijo).
Dos de sus alumnos de un taller de creación literaria señalaron que hacía tres semanas que habían tenido clase con el maestro. Estaban consternados, lloraban.
Más tarde, llegó una joven muy afectada que estuvo un largo rato sentada junto a la puerta del departamento. Dijo ser amiga de Armando, pero no habló más.
Un mensaje que consternó a todos. Los integrantes de Botellita de Jerez confirmaron la muerte de Vega Gil, que alertó a decenas de personas desde las 4:41 horas de este lunes, cuando publicó su decisión en Twitter.
“Con un inmenso pesar, comunicamos que nuestro compañero @ArmandoVegaGil falleció la madrugada de hoy. Nos encontramos procesando esta noticia y haciendo los trámites correspondientes. Descansa en paz, hermanito”, escribió la banda.
En su mensaje final, el escritor de Diario íntimo de un Guacarroquér pidió no culpar a nadie de su muerte y que ésta no implicaba asumir la responsabilidad: “Todo lo contrario, es una radical declaración de inocencia; sólo quiero dejar limpio el camino que transite mi hijo en el futuro...” “Quiero pedir disculpas a las mujeres que hice sentir incómodas con mis palabras y actitudes, a las mujeres que dañé con mis modos machistas...”, añadió.
Vega Gil nació en la Ciudad de México en 1955. Fue pasante de Antropología Social, articulista y, por sus escritos, recibió el Premio Nacional de Cuento Benemérito de América y el Premio Nacional de Poesía del los XIX Juegos Florales Universitarios 2001, entre otros.