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Ella camina lento y firme cuando comienzan los primeros acordes de “Saoko” llegan y comienzan todos un movimiento frenético.
“Buenas noches Coachella”, exclama la catalana en español, ante uno de los públicos más exigentes de festivales de música.
“Te amo”, se oye desde el público un grito femenino, antes de que la artista tome agua y se ponga unos lentes oscuros y cante “La fama”.
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La comunión entre ella y los que llevan horas esperándola, comienza pronto.
La española se contorsiona sobre el escenario, levanta su brazo derecho en posición clásica de baile flamenco y la gente grita emocionada porque escucha la capacidad vocal de ella en “De aquí no sales”.
“Me siento feliz de veros a todos aquí, con vuestra presencia me llena el corazón”, dirá como respuesta.
Y entonces, en algún momento, baja al público y extiende el micrófono a un joven para que de un verso de “La noche de anoche”.
“Linda” y “Despechá” seguirán en set list, mismo que quizá se oiga a fines de este mes en el Zócalo de la Ciudad de México de manera gratuita.
“Hay muchas motomamis aquí ¿verdad?”, pregunta feliz y convencida de la respuesta positiva que oirá.
Cuando llega el turno a esa canción, una de las cámaras que la ha seguido desde el inicio de su presentación, se mueve de arriba a abajo y de un lado a otro, de manera frenética, como si fuera a alta velocidad.
Para entonces, ella ya se habrá sentado sobre una motocicleta humana formada por sus bailarines.
“La combi versace” y “Con altura”continuarán en la velada, pero será “Beso” y “Vampiros, con la presencia sorpresa de Rauw Alejandro, su novio y cantante, la que pondrá la cereza final.
“Hace cuatro años vine a Coachella y vine sola, esta vez no”, había presentado la española.
Minutos después, para terminar su show, una cámara manejada por alguien de su equipo, la seguirá a backstage donde la artista se dejará caer “agotada”, al tiempo que sus bailarines le “avientan” aire con sus manos.
