Para Roberto Sosa, las pastorelas no son un género menor, no sólo por la exigencia histriónica que piden al actor, también por el simbolismo y el bagaje cultural que guardan.
“Un actor que cuenta con entrenamiento, estudios que le permiten tocar cada uno de los géneros que el oficio nos propone, tendría que experimentar con esta clase de historias, porque son muy lúdicas, requieren de mucho trabajo corporal y gestual; además, son de las tradiciones más ricas que tenemos junto con el Día de Muertos”, dijo.
Por eso, este año Sosa se presentará al lado de su madre, la actriz Evangelina Martínez, en la "Pastorela de Tepotzotlán", historia en la que contará cómo él, convertido en Diablo, hará todo lo que esté a su alcance para que los pastores no lleguen a Belén a adorar al niño Jesús.
Roberto explicó que esta pastorela tiene 61 años representándose en el Museo Nacional del Virreinato, en Tepotzotlán, Estado de México, de los cuales él ha actuado alrededor de 25, debido a que su padre, Roberto Sosa Rodríguez, fue director de la misma durante más de 20 temporadas, y fue él quien le dio la oportunidad de dar vida al Diablo.
“Los últimos tres años, por cuestiones de trabajo, no pude realizarla, sin embargo, dicen que uno regresa a los lugares donde ha sido feliz, y yo este año estoy nuevamente dando lata, con un texto escrito por Jaime Saldívar hace 60 años”.
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Una de las cosas que le gusta de su papel es que puede hacer uso de la preparación en artes circenses y teatro físico que tiene, porque así puede representar mejor a este personaje que es juguetón, que escupe fuego y que dice sus diálogos en verso, desafío que lo reta y divierte.
“En las pastorelas los personajes más divertidos son los diablos, porque invitan a caer y pecar en la gula, la pereza, la lujuria, etcétera, algo que tiene el ser humano de manera intrínseca, el deseo de pecar y de pasarla bien”, señaló Roberto sobre su papel, que interpretará en las funciones del 15 al 23 de diciembre.
El plus del montaje, dijo, es que las nuevas generaciones disfrutarán también de tradiciones como pedir posada, saborear antojitos mexicanos, escuchar música tradicional y ver los fuegos artificiales.