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Roberto Canessa va al hospital a atender a sus pequeños y a veces nonatos pacientes; ahí también forma a una nueva generación de cardiólogos pediatras, y el tiempo que le queda libre, hace un poco de ejercicio, disfruta a sus nietos y da conferencias. La sociedad de la nieve, la película que lo regresó al ojo público, no altera su rutina.
Le gustó verse interpretado por el actor argentino Matías Recalt en el filme nominado al Oscar, dirigido por Juan Antonio Bayona.
“Es (Matías) mucho-mucho más bueno de lo que yo era. Además, se le ve muy contento. En la caminata —para cruzar los Andes en busca de ayuda— Bayona fue muy gentil porque lo que tenía yo era diarrea, no vómito -ríe- pero era mucho más elegante decirlo, así que estoy muy agradecido con J”.
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De la película de Netflix, que aborda la tragedia que vivió el entonces estudiante de medicina, junto a 44 personas más, cuando viajaban en el avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que se desplomó en Los Andes (1972), queda su amistad con el director español.
“Hablamos muy seguido y me dice: ‘yo te quiero más de lo que tú crees’”, y también le generó más popularidad de la que ya tenía.
“Me siento como una estatua de bronce grande a que la gente que va caminando mira… Pero yo sigo haciendo lo mío, tratando de luchar contra la vejez, haciendo deporte, tratando de bajar los kilos que tengo de más...”
Canessa, de 71 años, vendrá a varias ciudades de México, donde ofrecerá una serie de charlas sobre aquella travesía.
El accidente dejó sólo 16 sobrevivientes, y terminó luego de que él y Fernando Parrado caminaron durante 10 días por la cordillera de los Andes en busca de ayuda, la cual llegó 72 días después del accidente.
“Yo creo que fui como un animal de experimentación con eso que me pasó en la montaña, que era un alegre chico estudiando medicina y tuve que transformarme en un sobreviviente de la sociedad de la nieve, de la sociedad de la montaña, donde era tan diferente de la vida el día a día, y también me dejó saber de dónde sacar las fuerzas cuando uno está enfrentado una adversidad”.
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Una tragedia, una oportunidad
A más de 50 años del accidente, se siente agradecido, pleno y con una lección aprendida.
“Lo que nos pasa con estas tragedias, en la vida, es que son una oportunidad. Tenemos que tomarlo como oportunidades de seguir viviendo y no quedar aferrados a la tragedia y a la tristeza, porque el pasado no se puede cambiar”.
Y esto, dice, lo lleva a su profesión como cardiólogo pediatra, sobre todo cuando realiza una cirugía.
“Lo que aprendí en los Andes lo explico en la medicina con mis pacientes, les digo que la operación va a ser muy difícil, que vamos a tener que trepar una cordillera pero que los voy a acompañar, es que un poquito más de experiencia tengo”.
El doctor, como todos le llaman, es blanco de bromas de sus colegas porque los familiares de los pacientes prefieren consultarlo a él.
“A veces los colegas me dicen: ‘mira Roberto, yo soy consciente, te vienen a ver a vos, porque eres lo más cerca de Dios que hay’, lo dicen con ironía”.
¿Y sí se siente más cerca de Dios?
“Yo siento que Dios es la última estación, que él toma decisiones. Cuando se muere un paciente que está muy mal, digo: ‘bueno, vos te lo quisiste llevar’. Es bastante bueno porque entonces le echo la culpa a Dios, pero son lujos que uno se puede dar”.
Hoy tiene la motivación de dar sus conferencias, tanto como instruir a una nueva generación de médicos con los que trabaja.
“Voy a platicar a las cárceles al saber que están viviendo un infierno, viviendo una cordillera”.
En la charla que ofrecerá en el Centro Cultural, este 13 de abril en la Ciudad de México, si bien, está dirigida a familias de todas las edades, quiere impulsar a los jóvenes.
“Van a conocer mucho del ser humano. Yo le digo a esas personas que creen que no tienen fuerza, que descubrís que más con la fuerza, uno sale por quien uno quiere. Es decir, cuando querés volver a ver a tus seres queridos y ver las sonrisas en sus caras, que no tengan que llorarte por muerto, esa es una fuerza que va por encima de todo. Es decir, la fuerza está en el cariño hacia los demás, está fuera de uno mismo, no es adentro donde hay que buscar”.