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Ringo Starr brinca al ritmo de una guitarra eléctrica color azul intenso y los afortunados que lo miran gritan y se divierten, ríen. No lo pueden creer: un exbeatle tan cerca y tan lejos. Pero él es el beatle accesible, el amigo universal, el del espíritu armonioso.
Así que, durante la velada que está por comenzar en el Auditorio Nacional, les hace una promesa que cumplirá con creces: “Bienvenidos, México, ¿están listos para divertirse?”, pregunta Ringo al iniciar con “It don’t come easy”, uno de sus primeros éxitos, de 1971.
Su voz es grave y aun así armoniza con la guitarra aguda y agresiva, acelerada. El músico de 83 años no parece de su edad: baila, aplaude con movimientos cortos pero rítmicos, precisos.
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“Matchbox”, un cover de Carl Perkins al que él le dio voz, abre la noche y levanta a todos de sus butacas. Entonces todos envidian al fan afortunado de las primeras filas al que Ringo señala y sonríe.
“Amor y paz, México, muchas gracias por estar aquí”, añade el británico, que provoca en el público eufórico los “i love you, Ringo”.
El músico sube a su ambiente en una batería que está por encima de todos los instrumentos. Es un goce para sus seguidores percibir las percusiones, su especialidad, así sea que sacrifiquen un poco mirarlo de cerca, como cuando canta.
Desde ahí también interpreta “Rosanna”, un cover de la banda Toto, seguido de otro cover, ahora del grupo Average White Band, “Pick up the pieces”, un tema instrumental de más de cuatro minutos donde Ringo se luce en la batería.
Aunque 83 años de edad cobran factura, así que junto al músico, otro baterista refuerza cada movimiento del exbeatle, los mismos sonidos, al mismo compás, para hacer que la batería mantenga fuerza.
Incluso algunos remates veloces Ringo prefiere cederlos al baterista que lo acompaña. Eso es algo que al público no le importaba: es una leyenda viva.
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Lo demuestra al instante, cuando, con las tarolas y platillos, revive sus épocas con The Beatles; la gente aplaude y agradece el gesto.
Sigue con “Boys” que Ringo interpretó en los primeros años de la banda. Luego, al grito de “¡Ringo, Ringo, Ringo!”, conquista con “I’m the greatestl, tema que le compuso John Lennon, seguido de la icónica “Yellow submarine”, uno de sus grandes clásicos con The Beatles, así como “Octopus’s garden”.
Así, alternando entre el micrófono y la batería, entre temas propios y covers, Ringo disfrutó su primera de dos noches en el Auditorio Nacional, ante un público que no dejó de bailar y aplaudir al exbeatle, que lo acompañó inflando globos amarillos durante la interpretación de sus temas más representativos.
Durante la velada, Ringo también estuvo arropado por músicos de su All Starr Band, quienes presentaron algunas canciones.
Fiebre multigeneracional
La experiencia de los fans inició a horas de que Ringo saliera al escenario. Familias completas y grupos de amigos y amigas, cuya pasión por The Beatles los une, hicieron de los alrededores al Coloso de Reforma una atmósfera festiva.
Como Laura Pérez, Rocío Castillo y María de la Luz, amigas de entre 65 y 70 años, que decidieron ver a Ringo con el atuendo rosado como el que él utiliza en Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.
“Beatles son mi vida, los escucho gracias a mi padre”, dijo Rocío.