Es difícil elegir el peor momento en la constante crisis vital de Dominick Birdsey (Mark Ruffalo) y de su hermano Thomas (Mark Ruffalo también), su gemelo idéntico, pero que padece de esquizofrenia paranoide.
En cada capítulo, de los seis que conforman la serie filmada en 35 milímetros —como antes se hacían los proyectos más ambiciosos de corte social—, Esto sé que es verdad (2020), primera que escribe y dirige el notable Derek Cianfrance —con cuatro destacados filmes y buena trayectoria en televisión y documental—, es patente el deterioro del arrogante, rabioso Dominick, protagonista-narrador; se abre paso embistiendo a amigos o enemigos.
Comete errores por dizque mala suerte o maldición familiar.
Harto por encima de sus fuerzas, no ve su propia estupidez.
Según la novela de Wally Lamb en que se basa, duro retrato del alma estadounidense, nada se le concede a Dominick.
Apenas uno que otro personaje tiene un rasgo de ternura o empatía, en especial las vulneradas mujeres, Dessa (Kathryn Hahn), ex esposa de Dominick; la ruda trabajadora social Sheffer (Rosie O'Donnell), y la madre con secretos inescrutables (Melissa Léo).
Dedicado en particular al hermano asesinado del también productor Ruffalo, es de los retratos más complejos sobre relaciones fraternas jamás hecho por Hollywood y anexas.
Por eso necesita las seis horas 15 minutos que dura.
Es el tiempo justo para matizar la incomodidad por vivir que siente Dominick, quien no sabe cómo resolverla y aguanta cada golpe con inercia para seguir día a día entre gritos y violencia; y para mostrar cuán tortuosa es su sicología antes de superar el extraño obstáculo que representa reconciliarse con la vida, con la verdad.
Cianfrance hace un mega filme de enfáticos primeros planos que revelan el alma de cada personaje (todos invariablemente bien dirigidos); una historia hipnótica, madura, imposible de evitar.
Un melodrama de secas imágenes (foto de Jody Lee Lipes) que es un puñetazo a la cara.
De lo mejor que está disponible en línea.