El actor Rafael Amaya está muy emocionado con su faceta como cantante después de haber triunfado en la serie "El señor de los cielos", donde interpretó al narcotraficante Aurelio Casillas durante una década, a lo largo de nueve temporadas de la exitosa serie de Telemundo.
Amaya, de 45 años, retomó la música, arte que siempre ha amado y la cual, incluso, marcó su inicio en el mundo artístico, cuando se salió de su casa para perseguir su sueño de cantar ska y rock, sin embargo, el modelaje y después la actuación le marcaron otro camino.
Antes de ser famoso Rafa tenía una banda musical, después formó parte del grupo Garibaldi para posteriormente sumarse al mundo de las telenovelas; su incursión en series como "La reina del sur" y "El señor de los cielos" le dieron fama internacional.
Amante del mexican ska y del rock, Rafael Amaya levanta ahora la mando para hacer un dueto con Peso Pluma, intérprete del regional mexicano y de corridos tumbados, quien a sus 24 años es aclamado por revitalizar la música mexicana fusionándola con géneros urbanos como el trap y el reggaetón.
Amaya lanzó hace unos días una nueva versión del tema "Matar" junto al grupo Almalafa, canción que está teniendo un buen recibimiento por parte del público.
A través de sus redes, Rafa compartió una foto junto a Hassan Emilio Kabande, el verdadero nombre de Peso Pluma, con quien desea lanzar un corrido próximamente, así lo dijo en entrevista con el programa "Hoy".
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"Somos amigos, somos compas, cotorreamos, pero cuando llega la hora de trabajar hay gente poderosa que son empresas que ellos son los que tienen su estrategia y pues ese es el precio para ser
Mientras llega el momento de poder trabajar con Peso Pluma, Amaya disfruta su presente en la cantada.
"Gracias a la oportunidad que me llegó se alinearon los planetas, pero antes te tienes que casar con el rechazo, seguir aprendiendo y seguir aferrado a lo que quieres", puntualizó el actor que celebra estar experimentando la independencia que le da su espíritu anarquista rockanrolero y skatero, el cual siempre ha estado en su interior.
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