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Son 16 comunidades de Puebla, como Cuaotipan, Iczotla, Axocopactlan, Tecomaxoxitl y Texistepetl que desde hace un mes se encuentran frente a Palacio Nacional sin que les hagan caso.
“No nos escuchan”, dice un hombre que forma parte del plantón. “Laurentino Pinillos, para servir a usted”, dice a sus 58 años, muchos de los cuales los ha pasado en el campo.
Todos los miembros del plantón, a diferencia de cientos de personas que ahora semirodean su zona y que han llegado para ver el concierto de Maldita Vecindad en la explanada del Zócalo, usan cubrebocas.
Se encuentran algo desgastados y notándose la humedad del sudor. “Ahora nos ponen música, ¿a qué hora se irán?”, dice cansado y tocándose la cabeza.
Se le comenta que por lo menos hasta las 10 de la noche. Y mira hacia abajo, voltea hacia la mujer que lo acompaña y suelta: “ni modo, qué le vamos a hacer”.
“Nadie ha venido a vernos de gobierno, nadie se ha acercado, no les importamos”, dice de corrido.
Los asistentes pasan de largo, acaso alguno se detiene a leer una gran manta de la que sobresale “Presidente Andrés Manuel López Obrador. Escúchenos. Compréndanos”, y siguen su camino.
Son 60 hombres y mujeres, dice orgulloso Laurentino, que están en lucha por el agua. La que tienen, asegura, está contaminada. Desde las comunidades les envían alimentos y así seguirán, asegura.
A su lado hay otro plantón de Chiapas. Ellos se identifican del sector salud, despedidos tras haber combatido la contingencia sanitaria por Covid-19.
Ninguno sabe lo que va a pasar. Sólo que ven cientos de personas a su alrededor felices por cantar y escuchar música. Y mensajes de varios de los que hasta ahora han pisado el escenario, de luchar por la tierra. Sólo mensajes.
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rcr