“¡En lugar de fiesta, hacemos película!”, le dijo el cineasta Marcelino Islas Hernández a su hija Sofía, entonces quinceañera, quien sería la protagonista.

Al principio la adolescente no quería porque le daba pena, pero se animó y durante cinco semanas rodó Mi novia es la revolución, que espera este año iniciar recorrido en festivales.

La cinta es una coming of age, es decir una historia en un tiempo determinado y donde sus jóvenes personajes muestran inquietudes de su edad y caminan a la maduración.

“Sucede en 1994 y vemos a este personaje llegar a las Arboledas, Estado de México porque sus papás se divorciaron. En esa colonia no pasa nada.

“Un día se encuentra a Eva, una chica robando en su casa y a partir de ahí encuentra otra vida, encuentra el amor, el crecimiento, las percepciones que la llevan por vez primera a madurar”, explica Islas Hernández.

El director siempre pensó en su hija como el personaje estelar para que ella se diera cuenta de lo que podía lograr.

“Fue un lindo proceso verla crecer y llegar a la pantalla, ella misma decía cuál era su luz (para su rostro), me la pasé llorando en todo el rodaje”, cuenta.

Al elenco sumó a Ana Valeria Becerril, Edwarda Gurrola, Martha Claudia Morenia y Mauro Sánchez Navarro.

“Edwarda es la mamá de ella y Martha es como la villana, es una película muy emotiva a la que ya se nos quemas las habas por mostrar. Se hizo en las Arboledas, algo en Satélite, hicimos una tocada en la Juárez”, recuerda Islas Hernández.

Mi novia es la revolución contó con los beneficios del Eficine, el cual permite a empresas destinar el 10% de su Impuesto Sobre la Renta, a la hechura de largometrajes mexicanos.

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