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El cine y las series mexicanas no podrían explicarse sin estos cuatro creativos cuyas producciones han abarrotado la pantalla grande y chica en los últimos 15 años.

Sus cintas como Nosotros los nobles, Matando Cabos, Cómo cortar a tu patán y Kilómetro 31 contabilizan más de 20 millones de espectadores globales y la franquicia Club de cuervos se vio en todo el orbe.

Pero la historia de cada uno de ellos ha sido diversa: Mónica Vargas batalló por ser mujer; Leonardo Zimbrón arrancó la producción cuando aún era niño; Mark Alazraki le entró para ser igual que su hermano Gary y Fernando Rovzar se dejó crecer la barba para que no le preguntaran por su edad.

Ahora en la víspera de la Fiesta del Cine Mexicano, que pondrá boletos a 20 pesos para cintas nacionales, los cuatro revelan anécdotas a EL UNIVERSAL.

¿Qué tenías en mente cuando decidiste ser productor?

Mónica Vargas: Tenía 18 años y quería ser veterinaria o abogada, pero me encantaba el cine. El CUEC y CCC estaban lejos de casa, así que entré a la Anáhuac y el primer día se presentó la sociedad de alumnos para hablar de las semanas de cine y quise entrar. Ahí conocí a Leo y a los pocos meses hicimos un programa de tv para el Once.

Fernando Rovzar: Tenía 23 años y pensaba que era la manera más rápida de dirigir, yo nunca quise producir (risas). Estudié guionismo y dirección. Nos fue bien con Matando Cabos y llegó entonces Kilómetro 31 y fueron llegando más.

Mark Alazraki: El verdadero motivo fue trabajar con mi hermano, que es el mayor. Ha sido mi maestro en todo, cuando él jugaba americano, yo fui a jugar eso y así.

Leonardo Zimbrón: Parecerá payaso, pero desde los cinco años quería dedicarme al cine. En las reuniones contaba historias de los muñecos, luego tuve una camarita en blanco y negro y hacía cortos. Luego estuve en un grupo de teatro, algo que me llevó a asistir en dirección, aunque realmente era producir.

¿Qué obstáculos has pasado?

MV: Siempre el cine fue mundo de hombres y como que no me creían, era inexperta, chavita y te vas ganando el respeto.

FR: Yo me dejé la barba para que nadie me preguntara la edad, pues tenía 22 años y había hecho sólo dos cortos. Todo lo que sabía era por un libro de producción que compré en EU y Sandra Solares que fue nuestra productora en línea.

MA: ¡Toda mi vida he trabajado con mi papá y hermano! Mis grandes retos han sido demostrarlo en casa. La balada de Hugo Sánchez era una iniciativa de Netflix y la agarré yo porque nadie la quería.

LZ: En Efectos secundarios el modelo de levantar un proyecto era complicado, al principio no me creían tanto.

¿Has pensado en tirar la toalla?

MV: ¡No! La película más larga fue American curious de Gabylu Lara, pero por mucho es la más bonita que he hecho, el guión no quedaba y ocho años después la logramos.

FR: Después de Navidad S.A pensé abandonar la dirección, me causó dolor por el poco tiempo para escribir el guión y terminarla, y no hice la película que quería. La lección fue que debe darse tiempo a todo.

MA: Cuando quería entrar al mundo del entretenimiento tenía problemas en la oficina. A Netflix, para que me diera la oportunidad de dirigir, le mandé escenas de Mentada de padre y creo también que decían si sale muy pend... le llamamos a Gary (risas). Y era un crew con 120 personas, era aterrador y halagador. porque yo ni dirigía a mi hija en el ballet (risas).

LZ: Nunca lo he pensado y no sé hacer otra cosa. Pero hay días en que si pienso que si fuera arquitecto, tendría más dinero (risas).

¿Has perdido piso, pensando que ser el productor esperado?

MV: Es un medio volátil, dependes de algo abstracto que es la taquilla, mas bien hay que mantenerse echándole siempre ganas.

FR: Quizá nuestro primer error fue que para un par de películas, que no diré cuáles, era más importante la taquilla que la película y entonces hicimos algunas en las que no creíamos al 100. Según nosotros eran géneros probados y con elencos vendibles, pero no nos encendían el corazón. Cuando no les fue bien, me quedé pensando que uno puede aguantar una taquilla mala en una película en la que creyó, pero es más difícil aguantar una taquilla mala en algo que no creíste.

MA: He estado acostumbrado a ver por mi papá (el publicista Carlos Alarazki) cómo se podía ganar y no perder humildad en todo.

LZ: Me tocó la época de renacimiento desde Sexo, pudor y lágrimas, con un cine para público, bien producido y promocionado. Tuve raspones cuando estuve en Warner como con Cosas insignificantes, pero aprendí el sistema de estudio. Así que cuando pasó Nosotros los nobles, sabía todo lo que puede pasar.


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