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Un refrán ruso lo deja claro: “los propios orígenes son una marca indeleble”.
Y por eso, la noche de ayer, a Pornofilmyn no le importó estar lejos de tocar ante miles de fans y en un gran estadio, entregándose a apenas unas 200 personas en el lobby del Circo Volador en la Ciudad de México.
Cualquiera podría pensar que fue un fracaso del grupo punketo ruso, pero alguien medianamente informado sonreiría porque lo visto es la esencia de la banda liderada por Vladímir Kotliarov, cantante y letrista.
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El grupo creado en 2008 fue desde un inicio minimizada por los medios locales debido a las letras de sus canciones y, a partir de 2022, viven en el exilio.
Y su público de ayer, en su mayoría, eran rusos afincados en México, una comunidad que de acuerdo con los más recientes datos oficiales, apenas y supera a las mil 200 personas. Mujeres y hombres que no olvidan sus raíces.
“Gracias México por venir aquí esta noche”, dijo Vladimir.
Misha, una joven que los conoció gracias a internet, gritó cuando escuchó los primeros acordes de “El dolor de otra persona” y “¿Quiénes son todas estas personas?”, rolas que abrieron la velada.
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Emilio fue un mexicano que llegó interesado en el concepto grupal y su historia de vida. Se emocionó con la energía de grupo, aunque no supiera exactamente lo que dijeron en las canciones.
¿Pero importaba no saber?. La presencia de Vladimir, Vyacheslav Seleznev (guitarra solista), Alexander Rusakov (guitarra rítmica), Kirill Muravyov (batería) y Alexander Agafonov (bajo) bastaba.
Por eso cuando llegó el momento del slam, fue el propio vocalista quien pidió a los asistentes a dejar espacio a los que comenzarían a brincar y dar vueltas frenéticas. Y de pronto, ahí entre todos, apareció el guitarrista divirtiéndose al tiempo que los demás saludaban el gesto del convivio.
Una y otra vez Vladimir arengaba a todos a pasarla bien, iba de un lado al otro del escenario, se inclinaba en la orilla para estar cerca del público y reconocía a los otros integrantes en su labor.
Fue hora y media de música en la que varios se sintieron como en casa. Y pocos, si acaso unas 10 personas, se acercaron por algo para beber, quizá siguiendo la política de la banda de no consumir alcohol, drogas y ser veganos, para ser congruentes con sus letras.
“Cristo ruso”, que habla sobre lo considera naturaleza inhumana del mundo ruso; “Una familia joven”, “Lo siento, adiós, hola” y “Venir” fueron algunas de las composiciones elegidas por la banda para su primera vez en territorio mexicano y sin olvidar sus orígenes.
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