Memes, reflexiones y hasta versiones mexicanas ha desatado “ El Juego del Calamar ”, la serie surcoreana que se estrenó el pasado 17 de septiembre y que se ha colocado en los primeros lugares de popularidad en varios países.
Si aún no la has visto, te dejamos algunas razones por las que tal vez, deberías ponerla dentro de tus opciones de entretenimiento, entre éstas destaca la analogía que hace del mundo real a través de la crueldad con la que se abordan los juegos de niños.
Todo te hunde más y más.
De entrada, la serie muestra cómo el protagonista, Gi-hun ( Lee Jung-Jae ), vive con su madre y no tiene dinero ni siquiera para llevar a comer a su hija el día de su cumpleaños, esto debido a un serio problema de ludopatía que lo tiene endeudado hasta la coronilla, y la falta de empleo.
Aunque al principio el personaje parece poco preocupado por su hija y por trabajar para saldar sus deudas o para vivir mejor, poco a poco la serie revela todo lo que lo llevó a ese punto.
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Otra visión de los juegos de niños.
Una de las razones por las que ha acaparado la atención el "Juego del Calamar" es por cómo convirtió los juegos de niños en juegos de vida o muerte.
El primer juego es " Luz Roja, Luz Verde" , en el que los participantes tienen que ir avanzando mientras un enorme robot de niña canta de espaldas a ellos, pero se tienen que parar y no mover cuando ella voltea, con la amenaza de ser asesinados si lo hacen. El segundo juego es “ El hombre del paraguas ”, y hace referencia a esos dulces de caramelo endurecido que los niños comían en su infancia. Aquí, los jugadores tienen que recortar las figuras de triángulo, círculo o paraguas con ayuda de una aguja. Si se les rompe, los matan.
El tercer juego es el de la cuerda , en donde dos equipos se organizan para vencer al contrario, todos están amarrados con cadenas a la cuerda y los que pierdan, caen a un precipicio.
El cuarto es " Gganbu" , en el que los participantes juegan a las canicas. El que pierda es asesinado. El quinto juego ocurre en un puente conformado por cuadros de dos tipos de cristal, uno que se rompe al contacto y otro que soporta a los participantes. El último se llama así, el juego del calamar , en el que hay una figura en el piso y hay dos posiciones, atacante y defensa. Ambas posiciones pueden usar todos sus recursos para vencer al otro.
El poder del dinero.
Cuando los 456 participantes son reclutados para el juego, el público cae en cuenta que todos están allí por necesidad, por el sentimiento de que afuera ya no tienen mucho qué perder y porque esa es la única posibilidad de salir de sus deudas. Allí no sólo convergen personajes como Gi-hun, sino brillantes estudiantes universitarios, mafiosos, estafadores, mujeres que se endeudaron para poder llevar a sus papás de Corea del Norte a Corea del Sur y muchas otras historias que están en un mismo punto: el de la desesperación.
Lo mejor y lo peor de las personas. A lo largo de la serie, cada personaje devela lo mejor y lo peor de sí mismos cuando son sometidos a situaciones extremas (aunque hay excepciones que a la menor provocación demuestran su lado más oscuro), y eso se refleja desde los jugadores que, al ver su vida amenazada y la posibilidad de un premio millonario, no dudan en traicionar al otro, en utilizar a las personas a su conveniencia, pero también hay quienes, incluso muy a su pesar, terminan dando los mismos pasos para sobrevivir, o muriendo en el intento, obligados por la situación. La serie refleja la competencia a costa de lo que sea.
Una producción en la que nadie apostaba. El creador de la serie, Hwang Dong-Hyuk , escribió este guión en 2008, lo acabó en 2009 pero nadie apostó por él debido a que consideraban que era una historia muy compleja y poco comercial. El apoyo vino hasta 2018, de la mano de Netflix .
La música.
Así como los juegos hacen referencia a la infancia de los coreanos, la música también lo hace, lo que aumenta el ambiente tétrico de la situación.
fjb