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A menudo los artistas encuentran en la música una forma de hacer frente a sus propios dueños cotidianos. Para Lino Nava en el principio de su carrera fue un motivo más para ser rebelde y expresar sus ideas.
Vio en la música un bálsamo solo hacia el final de su vida, cuando el cáncer comenzó a inundar todas las áreas de su vida, y lo obligó a alejarse de los escenarios.
Igual que como luchó contra los estigmas del género, y logró popularidad con la Lupita convirtiéndose en uno de los rockeros más importantes de la historia del género en México, también hizo frente al cáncer.
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Con la misma entereza, pero también con la misma ironía, extravagancia, y en ocasiones hasta con humor. Su presencia en la escena no sería entendida sin su presencia escénica.
Misma que siempre dio cuenta de su energía arriba del escenario, pero que también lo mantuvo activo, y siempre proponiendo ante los escenarios más complicados de su enfermedad.
Fueron 5 operaciones en total a las que tuvo que someterse el guitarrista debido al cáncer que atacaba su cerebro. Operaciones que si, lo mermaron, pero solo pudieron detenerlo una vez de subir a una fecha pactada.
Para entonces, se había recuperado, había salido delante de sus operaciones, pero se desestabilizó precio a un concierto en el Metropólitan, antes del cual se había mostrado efusivo y enérgico, pero al cual no pudo llegar.
“Lino sufrió una descomposición debido a todos los problemas de salud que ha enfrentado. Está fuera de peligro, pero los servicios médicos no le permitieron salir. Y por él, por ustedes, por nosotros, por La Lupita vamos a tocar”, compartió Héctor Quijano, “mano derecha”, de Lino en La Lupita.
Hoy, Lino perdió la batalla que enfrentó durante poco más de 5 años contra el cáncer, pero su legado en la música se mantiene, con un total de 8 discos de estudio con La Lupita, y millones de escuchas en temas como “Paquita Disco”, o “Supersónico”.