La vida de Rocío Sánchez Azuara bien podría caber en alguno de los tantos casos que ha tratado en sus talk shows: ha sido amenazada de muerte por hacer su trabajo (cuando conducía el noticiero Ciudad Desnuda), vivió engaños y traiciones por parte de quienes fueron sus parejas, tuvo que trabajar y ser madre al mismo tiempo, y años después, enfrentar a la enfermedad de su hija, lupus eritematoso sistémico, que ataca los órganos más importantes del cuerpo: cerebro, hígado, corazón, riñón.
Este, el golpe más duro de su vida, se dio cuando Daniela tenía 12 años. Rocío trabajaba en ese tiempo en Azteca , haciendo el Talk Show “ Cosas de la vida ” y Daniela quiso, curiosamente, acompañar a su madre, por lo que se metió a bañar y en eso vomitó sangre.
Inmediatamente ella y su padre la llevaron a hacer estudios tratando de encontrar la causa, incluso le tomaron muestras para encontrar diversos tipos de Lupus, pero dejaron al final el LES (Lupus eritematoso sistémico), que fue al que dio positivo un mes después de ese primer síntoma.
Los médicos explicaron a Rocío que ese tipo de lupus era mortal. Ella no colapsó, sino que agarró la situación como pudo pero también vio el rápido deterioro de su hija, pues al mes siguiente ya no podía caminar y su cerebro también se había visto afectado.
Pese al pronóstico de los doctores, que le decían que ya no iba a recuperar sino que seguiría perdiendo su salud, el habla y el entendimiento del mundo, Daniela volvió a caminar y su mente volvió a ser la misma brillante de siempre.
Debido a estas nuevas condiciones de salud, la conductora se mudó a Miami para trabajar, debido a que tenía un muy buen seguro de gastos médicos que la ayudarían a pagar el tratamiento de su hija. Con los años, Daniela tuvo innumerables recaídas, hasta fue desahuciada en cinco ocasiones, pero vivió veinte años más después de su diagnóstico, falleciendo en 2019, con 31 años de edad.
Un año antes de su partida, en 2018, Rocío dijo a EL UNIVERSAL que quería volver a trabajar en televisión luego de tres años de ausencia de las pantallas.
“Mi trabajo ha sido mi oxígeno y me hace falta para seguir funcionando, para traer el pan a casa. Afortunadamente a mí no me mantiene nadie, nunca he necesitado que me mantengan porque siempre he tenido chamba y por eso quiero volver”.
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En cuanto a su hija, que tuvo muchas dificultades los dos últimos años de su vida, Rocío expresó.
“La única que se queda en casa y que vive conmigo es Daniela y vive acá por cuestiones de salud, llevamos un año y medio muy pesado con ella, está muy deteriorada y creo que también ha sido importante estar juntas aquí, para mí, mi familia y trabajo son prioridad en mi vida, creo que no hay cosas más importantes”.
Una hija llena de milagros
Desde que fue diagnosticada, Daniela contradijo las expectativas y la esperanza de vida. Rocío contó en el programa de Yordi que una vez un sacerdote colombiano fue a rezarle y en la cabecera apareció una paloma blanca con luz, lo que impactó a todos. También ocurrió alguna vez que le iban a hacer un trasplante de hígado y cuando estaba a punto de ocurrir, el doctor le dijo:
“Si cree en los milagros acaba de pasar uno, acabamos de pasar las cámaras en su hija y su hígado está regenerado”, por lo que ya no la trasplantaron, sin embargo, en 2019 su salud empeoró dramáticamente, necesitaba dos trasplantes y ya no había una expectativa de vida real para ella.
“Mamá, tiro la toalla”,dijo Daniela al final de su vida, y se despidió de Rocío, de sus hermanos, primos y de Trufa, su perrita que heredó a Rocío.
“Me agarró, me besó y me dijo: nada más te pido, sé fuerte”.
Desde ese momento, Rocío ha tratado de seguir con su vida, trabajó en Imagen Televisión y ahora acaba de regresar a Azteca con el productor Andrés Tovar, con quien lanzará el próximo 25 de abril el talk show “Acércate a Rocío”.