Pasaron 47 años para que Comala, el sitio fantasmagórico de, volviera a ser retratado en una película que, acorde a los tiempos, no sólo requirió más de 5 mil prendas para quienes lo pueblan, sino que también echó mano de tecnología digital para verlo en su esplendor y decadencia.

Rodrigo Prieto, el cinefotógrafo nominado en cuatro ocasiones al Oscar, debuta así como director en la nueva apuesta basada en la novela escrita por el jalisciense Juan Rulfo y que llega hoy a .

“Es un momento muy particular en el cine mexicano”, explica Rodrigo Priego en entrevista.

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Prieto dirige su primera cinta después de 30 años como cinefotógrafo. Foto de: Netflix
Prieto dirige su primera cinta después de 30 años como cinefotógrafo. Foto de: Netflix

“Años atrás hubiera sido más difícil hacer un Pedro Páramo a este nivel, por muchas razones. Una de ellas, el apoyo de las plataformas (streaming), pero también del gobierno mexicano: esta película es un patrimonio cultural de los mexicanos, porque cuenta tanto sobre nosotros, sobre nuestra historia, sobre quiénes somos y por qué somos como somos, cada personaje es un aspecto de nuestra sociedad”.

Pedro Páramo, con dos versiones fílmicas anteriores (1967 y 1977), narra dos historias: la de un hombre llamado Juan Preciado (Tenoch Huerta), que llega hasta Comala buscando a su padre, Pedro Páramo, y la de éste (Manuel García-Rulfo), un cacique que se corrompió por el poder que adquirió en la Revolución mexicana.

Desde niño, comenta Prieto, le fascinaba ir al campo e ir a pueblos a escuchar historias.

“Y sentir ese miedito en la noche, las brujas, la muerte... La primera vez que la leí (la novela), esa parte fue la que más me llamó la atención, el mundo misterioso del campo mexicano”.

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El cineasta dice estar consciente de que cada lector no sólo tiene una interpretación distinta para la novela, sino que también al releerla se descubren más elementos.

“Espero que así sea también la película, que la quieras ver varias veces, que se entienda pero sientas la necesidad de encontrar otra cosa sobre tal y así”.

La cinta, filmada en San Luis Potosí, Nayarit y Ciudad de México, dispuso de un equipo de más de 500 personas, entre actores, actrices y técnicos; más de 900 extras y superando las 5 mil prendas, como huaraches, sarapes, rebozos y trajes de charro.

“Si lo hubiera pensado más, quizá sí hubiera titubeado. Nunca imaginé que la terminaría dirigiendo, pero sí en su momento pensé que la fotografiaría… y me atreví.

“Mucha gente dice: ‘Pedro Páramo es inadaptable, ¿para qué hacerla? Ya hay dos películas, ¿para qué una más?’ Pero para mí hay temas en la novela que me importan mucho. Son dos cosas: un homenaje a Rulfo y a la novela, pero también una exploración personal”.

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Mancuerna de oro

El creativo no arrancó precisamente de cero. A su lado estuvo el escritor español Mateo Gil, quien hace más de una década intentó hacer su propia versión de la novela, acompañado en el diseño de producción de Eugenio Caballero, que repitió en esta aventura.

“Fue una novela que me prestaron y nunca devolví, me atrapó desde un principio”, recuerda Gil.

Dio la casualidad de que uno de los actores protagonistas, Manuel García-Rulfo, es familiar de Juan Rulfo. El escritor era sobrino del abuelo del actor, así que desde niño y aunque nunca lo conoció, estuvo en contacto con la novela.

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“Era el pariente famoso. Fue algo muy presente en la familia, de hecho hacíamos lecturas, o sea, se hablaba mucho de lo que era la novela y como toda la familia estábamos en un rancho, hablábamos mucho de los muertos y fantasmas y recurríamos a la novela, entonces cuando la leí ya con una madurez distinta fue algo muy personal y fácil de entrar en ella”, cuenta el también actor de El abogado Lincoln.

Tenoch Huerta, el otro protagonista, destaca que desde un inicio todos estuvieron de acuerdo en hacer una película en la que el realismo permeara en todo el equipo.

“De repente creo que este tipo de obras jalan instintivamente a los actores a que empecemos a actuar de una manera rara, y yo dije a Rodrigo que nosotros íbamos a hacer el realismo, pero él la magia con la cámara”, comenta Tenoch.

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Ilse Salas da vida a Susana San Juan, la mujer silenciosa e indomable —con la que se identifica— y el eterno amor de Pedro Páramo.

“Es una punk de verdad y su rebeldía viene de un profundo dolor. Es rebelde, por ejemplo, con la religión, cuestionando y burlándose de ella cuando era un sistema poderoso entonces.

“También me identifico con su dolor en tanto que soy profundamente creyente de que si tocan a una nos tocan a todas, es la empatía de género, de la infinidad de mujeres que conozco con historias de abuso”, señala Salas.

Y en lo profundo de todo este viaje entre lo vivo y lo muerto, una reflexión social une a todos los involucrados: la evidente injusticia detrás del abuso de poder.

“Cuando lees a Rulfo entiendes la raíz de México, las culturas, los problemas sociales y lo complejo que es este país”, considera García-Rulfo.

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