María Luisa León
fue la primera esposa de Pedro Infante y la mujer que lo acompañó hasta su última morada en el Panteón Jardín , a pesar de que el actor y ella ya no estaban juntos. María Luisa y Pedro iniciaron su romance cuando él aún no era famoso.
En entrevista con El Universal en 1971, María Luisa habló sobre su tesoro más valioso: el amor de Pedro Infante.
La charla con la primera esposa de Pedro se realizó en la que fuera su primera casa, ubicada en la colonia Narvarte, ahí, María Luisa enseñó valiosos objetos del cantante, entre ellos un piano en el que muchas veces ensayó sus canciones, así como la primera guitarra que compró.
La primera guitarra que compró Pedro Infante
María Luisa y Pedro se conocieron en Culiacán, cuando él era crooner de una orquesta, ella renunció a las comodidades para acompañarlo en el camino del artista y la fama, recuerda que su principal motor fue el amor.
“Sólo teníamos amor, juventud y miseria, tres fuerzas para seguir adelante”, confesó en aquella ocasión en la que se cumplían catorce años de la muerte del artista.María Luisa siempre supo que Pedro tendría un gran futuro en la música, y le auguró éxito desde el inicio.
“Creo que desde que le escuché cantar la primera vez, sabía y creía en su voz tan hondamente sentimental. Una noche llegó con un traje, había estado en el Teatro Colonial y ganó un concurso. Palillo le premió con el traje, yo le pregunté qué habían cantado y me contestó que Nocturnal...esa fue nuestra canción de la buena suerte”, confesó.
“Cuando trabajaba en un cabaret del Hotel Reforma, yo misma le vestía y le peinaba, entonces, él me preguntaba muy animoso: ‘¿Cómo se mira tu viejito?, y yo le decía: ‘Muy guapo, Pedro, guapísimo; pero no quiero que te vuelvas vanidoso’. Y él siempre fue sencillo, obediente...me pedía un beso y una bendición. Con él viví realmente una novela , mi novela de amor”.
La pintura que le regaló un admirador. María Luisa contó que una vez les mandaron a su casa un caballo y no sabían dónde ponerlo.
María Luisa desenterró sus vivencias y confesó que la mejor etapa que vivió con Pedro fue cuando eran pobres, “deveras muy pobres”, y recordó que cuando ya estaban casados comían sólo una vez al día, en aquél tiempo, por 50 centavos se llevaban a la boca un “banquete” que consistía en sopa caldosa, arroz, guisado, plátanos con crema y café.
El niño que vivía en Pedro Infante
María Luisa recuerda que entre las cosas más preciadas para Pedro estaban sus juguetes, tenía 50 piezas, entre ellas un trenecito eléctrico con el que se entretenía por varias horas cuando tenía tiempo.
El trenecito con el que jugaba Pedro Infante.
Pedro vivió su niñez a destiempo, trabajó desde pequeño en una carpintería en Guamúchil y se preocupó por los problemas económicos, así que los juegos vinieron después, en su vida adulta.
Durante la entrevista, María Luisa se dirigía a Pedro como “el señor”, pero cuando Pedro vivía, para ella siempre fue “el nene”, el muchacho bueno y alegre del que siempre estuvo enamorada.
Al “nene” siempre le gustaron los aviones y los deportes, sobre esos temas siempre se encaprichó: “El señor era caprichoso, un nene caprichoso, le gustaba hacer su voluntad, y los aviones y los deportes le fascinaban”, cuenta María Luisa.
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