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El martes 24 de mayo de 1949, en las páginas de EL UNIVERSAL se informaban varias tragedias: la muerte de dos jóvenes por haber comido hongos venenosos, un crimen pasional ocurrido en Coyoacán y el sorpresivo accidente aéreo de Pedro Infante y su entonces pareja, la bailarina Lupita Torrentera.
El rostro sonriente de Pedro llama la atención de la primera plana en la que se lee: “El artista Pedro Infante está muy grave”. En el pie de la fotografía en la que aparecen ambos, se explica que la situación es preocupante, pues en días pasados, la pareja había sufrido un accidente aéreo en las inmediaciones de Zitácuaro Michoacán que casi les cuesta la vida.
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“Pedro infante y la bailarina Lupita Torrentera estuvieron a punto de perder la vida. El actor Pedro Infante, quien tripulando un avión bimotor matrícula X-B-L-A-K de su propiedad sufrió lesiones serias en la cabeza que lo tienen luchando entre la vida y la muerte”, se lee.
En la nota se detalla que el accidente se debió a que la pareja se extravió y que se les terminó el combustible del avión, propiedad del famoso galán del cine mexicano, quien había resultado el más afectado, ya que se encontraba en una “campana de oxígeno” sin permiso para recibir visitas.
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En entrevista para este diario, Torrentera, quien sufrió lesiones leves, relató que tras disfrutar de las playas de Acapulco, se dispusieron a regresar a la Ciudad de México, sin embargo, el radio-compás se descompuso, tras horas de volar, el actor trató de orientarse por medio de las radiodifusoras capitalinas, pero fue inútil.
Pasó lo peor: la gasolina se terminó cuando estaban volando sobre Zitácuaro, Lupita se desmayó al recibir el impacto y el cantante de “Amorcito corazón”, bañado en sangre, la sacó entre los escombros.
“De no haber sido por la pericia de Pedro, el aterrizaje forzoso que realizamos hubiera sido de fatales consecuencias, pues la caída fue estrepitosa, y el avión quedó hecho trizas”.
Igual que le ocurriría siete meses después, a su compañera Blanca Estela Pavón, en el accidente aéreo donde perdió la vida, a Pedro y a Lupita los auxiliaron campesinos de la zona, quienes se comunicaron a Zitácuaro para pedir auxilio.
“Tal vez eran las cuatro de la tarde cuando el avión cayó a tierra y minutos después varios campesinos nos prestaron los primeros auxilios y se comunicaron a Zitácuaro, de donde se envió una camioneta que nos recogió”, dijo Tovar, quien detalló lo agotador que fue el viaje tras haber sido rescatados: “El camino se nos hizo eterno, pues el susto y las lesiones recibidas nos habían agotado”.
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Luego de que el accidente fue reportado a la torre de control, los amigos de Pedro Infante trasladaron a la pareja a la Ciudad de México, donde el intérprete permaneció internado en la clínica Central Médica, ubicada en la avenida Insurgentes.
La amenaza de muerte que tenía en aquel momento el artista era alta, la prensa informaba que de acuerdo al equipo médico, Pedro Infante luchaba “entre la vida y la muerte”, había sufrido una grave lesión en las regiones frontal y occipital izquierda y se había sometido a una cirugía de emergencia.
Fototeca EL UNIVERSAL
“Pedro Infante sufrió una grave lesión en las regiones frontal y occipital izquierda, y al practicársele ayer una intervención quirúrgica de emergencia, hubo necesidad de limpiar y desinfectar la masa encefálica que quedó al descubierto”.
Infante recibió transfusiones de sangre y le aplicaron suero y penicilina; no perdió el conocimiento y las radiografías que le fueron tomadas revelaron “hundimiento en la bóveda craneana, en las zonas motoras y premotoras”; el peligro de epilepsia estuvo presente.
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El miércoles 25 de mayo se informó que cinco médicos habían practicado la delicada operación a Pedro Infante que duró cuatro horas.
El diagnóstico de la herida era:
“Herida contusa en la región frontal de la región occipitofrontal izquierda que descubrió hueso en toda su extensión. Fractura conminuta sobre el hueso frontal con hundimiento y penetración. Ruptura de la meninge, hematoma extradural y laceración encefálica”.
Fototeca EL UNIVERSAL
Casi ocho años después, el 15 de abril de 1957, Pedro Infante falleció en un accidente aéreo en Mérida, Yucatán, tal parece que se le cumplió su sueño de querer morir en un avión, pues en una charla, Infante dijo que la mejor muerte era la del aviador, decía que cuando él se encontraba volando y veía el mundo a sus pies o tenía una alfombra de nubes, sentía una sensación de goce infinito que compensaba cualquier peligro, y opinó que de todas las muertes, la del aviador era la más rápida porque en un instante se pasaba de éste al otro mundo.
En aquella charla, agregó que para no exponer a los productores de películas a una pérdida de dinero con algún accidente de aviación, si es que algún día tenía la desgracia de que le ocurriera, había pensado producir sus propias películas.
Quería morir en las alturas, entre las nubes. Hemeroteca EL UNIVERSAL
Hace 103 años nació Pedrito
Los dos grandes amores de Pedro Infante fueron su madre y la aviación; en diversas ocasiones, Pedro dijo que su madre ocupó un lugar preferente en su vida desde que él era un chiquillo en su pueblo, en Guamúchil, cuando ella ayudaba a proveer las necesidades del hogar cosiendo ajeno, él le sostenía una lámpara cerca de la máquina de coser a veces hasta las dos o tres de la mañana.
Fue Pedro Infante en aquellos días aprendiz de panadero, “chícharo” en una peluquería, aprendiz de carpintero y en sus ratos desocupados agarraba la guitarra para aprender aquello de lo que su padre, músico de profesión, le enseñaba. Por eso fue más tarde carpintero, panadero, y peluquero.
Un joven Pedro Infante. Agapito Treviño, el personaje del filme "Cuando lloran los valientes", principio de la fama de Pedro Infante Cruz. Hemeroteca EL UNIVERSAL
En su casa en la carretera México-Toluca instaló un gabinete de peluquería para entretenerse los domingos cortando el pelo a sus sobrinitos y a los amigos que lo visitaban.
Contrario a lo que podría pensarse por muchos de los personajes que interpretó, Infante estaba alejado de los vicios, después de su segundo accidente aéreo, puso más cuidado en su salud, en sus casas de la Ciudad de México y Mérida, tenía instalados unos gimnasios muy bien equipados.
Fototeca EL UNIVERSAL.
Apuesto, varonil, simpático y coqueto, lo perseguían las mujeres; a pesar de ello, los últimos años vivió consagrado a su esposa Irma Dorantes y a su gimnasio.
Son muchas las anécdotas que relatan cuando asistía a algún teatro para participar en la función, pues tenía que salir protegido del entusiasmo del público y no faltaban mujeres que se le abalanzaran para besarlo, jalonearlo, y sin querer, romperle la ropa ... ¡Es que era Pedro Infante!.
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Mujeres le lloran a Pedro Infante. Medio centenar de personas tuvieron que ser atendidas por la Cruz Roja el día del entierro del actor, su muerte causó desmayos, insolación, crisis nerviosa y golpes, siete personas fueron hospitalizadas. Fototeca EL UNIVERSAL.
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