Espectáculos

Para la cocina no hay lugar ni imposibles

Los nuevos capítulos de Me voy a comer el mundo muestran que se puede cocinar en cualquier lado

Verónica Zumalacárregui grabó con nómadas en el desierto de Merzouga, en Marruecos, donde el cocinero tuvo que elaborar su platillo en la arena. Foto: El Gourment
21/01/2023 |02:00Sughey Baños |
Redacción El Universal
Periodista de EL UNIVERSALVer perfil

En una era donde abundan en redes sociales los generadores de contenido en viajes y gastronomía, la periodista Verónica Zumalacárregui considera que su programa Me voy a comer el mundo tiene su propio espacio a pesar de que no nació para estos medios sino para la tv.

Aún así, ella comparte mucho material dentro de estas aplicaciones o plataformas.

“En las redes sociales los generadores de contenido dan algunos tips, pero si luego quieres profundizar y conocer a fondo la cultura culinaria de ese país, tienes Me voy a comer el mundo, donde en 45 minutos se enseña con mayor profundidad, mucha calidad y detalles, qué se come y cómo se cocina en un país al que quizá nunca vayas en tu vida”, dice la también presentadora e influencer.

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El programa estrenará nuevos capítulos a partir del 1 de febrero a través del canal El Gourmet. En esta nueva temporada Verónica visitará Georgia, Turquía, Marruecos y Croacia.

“Lo más bonito que aprendí en esta temporada es que se puede cocinar en cualquier contexto.

“Estuve grabando con un nómada en el desierto de Merzouga, en Marruecos, muy cerquita con la frontera de Argelia; donde no había nada, su casa literal eran cuatro palos y una manta, aun así este hombre pudo cocinar, fue alucinante ver lo que hacía y cómo lo hacía, porque básicamente elaboró la comida en la arena”, detalla.

Pero no fue lo único que la sorprendió, en Georgia ella descubrió una costumbre muy especial llamada supra, que es una ceremonia donde se está brindando constantemente y hay un líder de la mesa que propone brindar y hablar de un tema determinado, desde la guerra hasta por la propia nación; hay música y bullicio que hacen de esto una gran fiesta, algo que ella disfrutó mucho.

Para la periodista, su conocimiento del mundo gastronómico ha crecido mucho, desde los primeros programas de Me voy a comer el mundo en 2016 hasta el día de hoy, porque ha comido tantas cosas que su paladar ha registrado nuevos sabores, texturas y alimentos, que la primera vez que los probó le sorprendieron.

“A nivel periodístico he mejorado mucho a la hora de saber comunicar mejor cómo sabe algo, qué textura tiene, sin dejar de ser yo de una manera natural y cercana, sin ir de profesora de nadie, manteniéndome en un nivel muy humano con respecto al espectador”.

Lo que ella considera ha sido la clave del éxito del programa es que a pesar de ser gastronómico no da recetas sino que va más allá, contando las historias que hay alrededor de una comida, como las tradiciones culinarias, los rituales, las costumbres, siendo precisamente los alimentos los que dan acceso a esta información.

“La gastronomía es el hilo conductor que va tejiendo una red de costumbres por todo el mundo, de uniones culturales, de religiones, eso es lo bonito de que esta nos permita tener acceso a realidades que no podríamos conocer de otra manera”, enfatiza.

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