Pablo Milanés

llegó con la primavera a la ciudad de México y su voz llenó de flores y vida el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris . Acompañado de sus músicos, el artista cubano fue recibido con un gran aplauso poco después de las 20:30 hrs. y cantó “Flores del futuro”, pero en realidad, llevaba ya varias horas en el lugar para hacer la prueba de sonido y afinar detalles del concierto, siempre de la mano de su esposa Nancy.

En la entrada del Teatro, en una mesita negra, descansaba su más reciente disco y DVD, “Mi Habana”, grabado durante el concierto en vivo que ofreció el 7 de septiembre del año pasado en Cuba. Muchos lo compraron antes de pasar a la sala y disfrutar en vivo de una de las voces emblemáticas de la trova cubana. Al aparecer en escena se disculpó con la gente por tanta ausencia involuntaria de nuestro país y dijo que la noche sería un recorrido por temas conocidos y otros que han permanecido en el anonimato, pero igual de importantes.

Así, se escucharon en el lugar “El tiempo, el implacable, el qué pasó” y “Si ella me faltara alguna vez”. En cada pausa alguien aprovechaba para gritarle que lo querían, que gracias, y él, tímido, devolvía el agradecimiento.

Mientras que en algunos momentos los instrumentos producían jazz, en otros las claves cubanas eran las encargadas de guiar al guaguancó, a la rumba cubana, y la gente aplaudía sorprendida de esa unión de instrumentos musicales. “De qué callada manera” y “Comienzo y final de una verde mañana” fueron parte del repertorio.

Pablo no platicó mucho, pero en una de sus pocas intervenciones habló de la importancia de “Nostalgias” una canción que considera representativa. Luego cantó “La Felicidad”, basada en una película francesa y posteriormente entonó una de sus canciones “más queridas y más antiguas”, titulada “Ya ves”.

Habló también del son montuno, llamado así porque viene de la montaña y tan especial en su país y que sonó en el lugar con “En saco roto”.

Al final llegaron “Para Vivir”, “Yolanda” y “El Breve espacio”, los tres temas más cantados por la gente. Hasta encendieron las luces del teatro para que Pablo pudiera ver desde el escenario, la magia que producen sus canciones.

En esos temas los dejó cantar y sonrió. Luego se levantó de su silla, mandó besos al teatro lleno y desapareció. La gente, como siempre, pidió otra canción y echó porras para que volviera, pero Pablo no regresó. Tampoco se quedó en el teatro después del concierto (como suele hacer) para saludar a sus amigos, ya que la altura de la ciudad de México no le favoreció.

Este 24 de marzo, Pablo también estará en el festival Cumbre Tajín , en Veracruz.

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