Sin dinero. Esa es la actual situación de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas que se alista para realizar, como sea, la entrega 2022 del premio Ariel, que por más de 70 años ha galardonado a lo mejor del cine nacional.

“Andamos bajo de presupuesto, muy bajo, diría que este año estamos muy complicados con eso”, dice Inna Payán, vicepresidenta de la AMACC.

La ceremonia, que se realizará el 11 de octubre en un sitio aún no anunciado, es la sexta edición consecutiva en que los dineros es el talón de Aquiles.

El año pasado se realizó de manera virtual prácticamente con cero pesos, contando con el apoyo de empresas productoras y algunos patrocinadores. La Secretaría de Cultura dio poco más de un millón de pesos para el fundido de las estatuillas.

En 2020 sólo se tuvo medio millón de pesos y, en el periodo de 2017, 3.5 millones, de los cuales casi la mitad fue destinada a la hechura de los premios.

Lejos están los 10 millones que llegó a tener en 2016 y con los cuales no sólo se efectuaba la premiación, sino también diversas labores de rescate y docencia, además de sueldos para sus empleados y renta de su sede, entonces ubicada en un edificio frente a la Alberca Olímpica.

Hasta 2018 la Academia recibía un presupuesto desde la Cámara de Diputados a través de Cultura y de ahí a Imcine.

“Ya veremos. Ahora lo importante son las nominaciones, se ve una gran pluralidad en ellas”, comenta Inna.

El 2 de agosto se dieron a conocer a los contendientes por la estatuilla, en la que Noche de fuego, de Tatiana Huezo, es la más nominada con 19.

Inna Payán
Vicepresidenta de la AMACC
“Hay una gama de películas representativas las que están (nominadas) y siempre el Ariel ayuda a visibilizarlas”

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